Les impuxibles, per primera vegada amb textos de Pablo Messiez, exploren la nostra relació amb les substàncies
Amb la seva barreja de llenguatges, Les Impuxibles toquen temes de rabiosa actualitat com la relació amb el cos (FAM) o la salut mental (Suite Toc núm. 6), que ja van portar a Temporada Alta. La nova peça de la companyia creada per les germanes Clara i Ariadna Peya compta amb textos del dramaturg Pablo Messiez per parlar de la nostra relació amb les substàncies, també les il·legals. Què busquem en aquestes substàncies?Quina relació hi ha entre el consum i la falta? El debat està servit.
Antes de comenzar la función, un aviso en 'off' nos recuerda la permanencia de las tragedias en Gaza y València, llamamiento a la solidaridad por parte de una compañía que se mantiene dinámica en su escucha crítica de la realidad. Les Impuxibles vienen de tratar con riesgo materias candentes como la salud mental ('Suite TOC núm 6') y el suicidio ('Harakiri'), para meterse ahora con el espinoso asunto de las drogas en su nuevo 'Caramel' (Teatre Lliure). Para el reto cuentan con la complicidad del dramaturgo Pablo Messiez, autor de los textos, y un grupo de intérpretes en buena sintonía al servicio de un espectáculo un tanto monocorde. Porque ante el abanico anguloso que ofrece el mundo de las adicciones, el montaje se centra más en explicar las consecuencias destructivas, crónica de una resaca anunciada.
'Caramel' pone a circular la fórmula habitual de las hermanas Peya: Clara al piano, en su versión más sensible y delicada, un tímido hilo de voz entre notas que saben a melancolía y arrepentimiento; Ariadna, por su parte, ha creado desde fuera una red de coreografías ciertamente expresivas, pero menos dinámicas que en otras ocasiones, acordes con la congoja reinante. “Quina és la teva droga?”, nos preguntan al inicio. Podrían ser muchas y diversas, aunque la obra focaliza la cocaína y un poco el alcohol, en su uso y abuso, en la culpa que deja su consumo asociado a la necesidad de taponar la soledad. Los textos de Messiez retratan personajes al límite de las contradicciones, tambaleantes y señalados. Tan solo una pequeña ventana que habla del 'chemsex' se permite transitar otros escenarios de empleos más lúdicos, menos moralistas. Resta una sensación como de terapia preventiva, distante y aleccionadora (...)