A una illa remota, cada nit el seu únic habitant encén el far que il·lumina el món confús i violent que va deixar enrere. Després d’anys de soledat ha après a fer-se un lloc a una terra hostil, dominada per les forces de la natura i on els animals saben coses que no volen compartir amb ell. Una nit un home arriba a l’illa demanant refugi. Els seus propòsits trencaran el fràgil equilibri que el faroner porta anys construint, obligant-lo a enfrontar-se a allò del que va fugir.
L’hora blava és una història sobre la recerca de sentit i el compromís. És possible quedar-se al marge davant de la injustícia? I si ho fem, quines seran les últimes conseqüències?
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L'hora blava es uno de esos espectáculos que con poco más que los tres elementos principales de cualquier montaje: dramaturgia, interpretación y dirección se puede conseguir un montaje de 10. Con un inicio de lo más sugerente, pocas obras se atreven a tener en vilo al público durante sus primeros minutos de función sin una sola palabra, sólo con un impresionante espacio sonoro diseñado por Cesc X. Mor. Definitivamente el tercer personaje de la obra.
La tensión y por consecuente angustia que provoca el último montaje del Col·lectiu La Santa es la que convierte a esta obra en una especie de road-movie/thriller con una dramaturgia y un ritmo que convierte su narrativa en pariente cercano con la más actual de algunas ficciones televisivas.
Laura Mihon conjuga a la perfección dramaturgia y dirección para mantener alpúblico atrapado en sus butacas y casi sin pestañear esperando el siguiente movimiento.
El enigma acompaña a los personajes que desgranan sus historias con cuentagotas. El espectador descubre más por sus silencios que por sus palabras. El espacio escénico de Daniel Ruiz y Kaka Gouvea y el diseño de iluminación de Laia García y Joan Rey ahondan en la parte misteriosa.
El trabajo de Adrià Olay y Pau Sastre es sensacional desde el primer minuto. El público respira con ellos, se siente cómplice de sus anhelos, de su impotencia, de sus frustraciones, de sus esperanzas...
No hay duda que el Col·lectiu La Santa sabe reinventarse en cada montaje.(...)