Òpera, cantata o oratori? Oedipus Rex és una cerimònia única en el seu gènere. Gestada en secret i entregada a Serguei Diaghilev com a regal per a les celebracions del 20è aniversari dels Ballets Russos, va ser estrenada en la versió concert a París l’any 1927. Basada en la tragèdia de Sòfocles i amb text revisat per Jean Cocteau, el mateix Diaghilev agraïa aquest “cadeau très macabre”.
Amb text en llatí i mirant d’evitar-ne, així, la vulgarització, som davant d’una obra amb una intensa força dramàtica. Èdip, gran protagonista i permanent a l’escena (i aquí encarnat per Michael Spyres), sabrà que ell mateix és l’assassí del seu pare i, en una espiral de fatals esdeveniments, es clavarà una agulla als ulls i fugirà a Tebes. Pur neoclassicisme amb una mirada envers el passat, però sense renunciar als plantejaments estètics i formals moderns.
Obre el concert la suite de l’òpera Elektra de Richard Strauss. Tenint en compte que l’orquestra és gairebé un dels personatges clau del títol, és sorprenent que ningú abans hagués escrit una suite amb la música de l’òpera. Aquest mosaic musical de Manfred Honeck, titular de l’Orquestra Simfònica de Pittsburgh, mostra amb opulència la colpidora essència de l’obra. Amb el refinat treball de textures que en farà Josep Pons, vindrà a la memòria el seu gran èxit sobre la posada en escena de Patrice Chéreau, la temporada 2016-17, amb Herlitzius, Meier i Pieczonka.
El hecho de que dos tragedias de Sófocles, que han sido el parámetro de estudio de la psique humana en occidente, sean abordados por dos de los músicos que cambiaron nuestra manera de entender el arte y la música en el siglo XX, no puede ser concebido más que como una fiesta para nuestros sentidos e inteligencia.
Richard Strauss (1864-1949) escribe su ópera Elektra (1909) desde el politonalismo y llega a tocar los límites de atonalismo. La suite que escuchamos en esta función, por lo tanto, conserva esa estructura armónica que permite entender el carácter atormentado de todos sus personajes. Un paseo por todas las emociones humanas.
Sinceramente hay que decir que Josep Pons y la orquesta del Gran Teatro del Liceo hicieron una muy buena labor al ofrecernos una versión limpia, sin pretensiones pero fiel y honesta, de un partitura especialmente complicada.
La impactante obra de Igor Stravinsky (1882-1971), Oedipus Rex (1927) fue la segunda parte de este programa tan atractivo. Considerada como una de las mejores obras de su época, esta Ópera-oratorio nunca deja de sorprendernos por su actualidad, brillantez y fuerza. Como casi todas las obras del gran compositor ruso, siempre se tiene la sensación de que ha sido escrita ayer y no hace casi 100 años.
Dos enormes libretistas son también los que reescriben a Sófocles para su adaptación musical en estas óperas, pero esta noche solo pudimos disfrutar del trabajo de uno de ellos: Jean Cocteau (1889-1963), cuya versión también sigue fielmente los pasos de la tragedia griega, pero implica a un narrador para relatar la acción, mientras el texto cantado está en latín. Esto con una idea de rescate de la estructura de corifeo y coro de la antigua representación griega.
De nuevo la orquesta y su director mostraron una enorme serenidad al abordar esta obra y se debe destacar el trabajo del coro del teatro, que tiene una parte preponderante en ella.
El tenor Michael Spyres está mucho mejor en el intrincado papel de Edipo que en todos los que anteriormente ha interpretado en este teatro. Los tintes metálicos de su voz y su temperamento contenido están más cercanos a los objetivos de esta partitura.
Gratísima sorpresa la voz redonda y bien timbrada de Ekaterina Gubanova, que hizo una Yocasta sin fisuras. Se debe hacer notar que el elenco que interpretó esta obra de Stravisnky, fue homogéneo y eficiente frente a un partitura especialmente complicada. También es de destacar la participación de Josep Maria Pou como narrador, quién logró integrar su voz hablada a la atmósfera propuesta por la orquesta en cada intervención.
Que alegría asistir a un teatro para oir obras inteligentes, emocionantes y que salgas con la impresión de que la humanidad, si es capaz de hacer cosas así, tiene esperanzas.