El hecho operístico, a pesar de lo que mucha gente cree, no es algo antiguo o anquilosado en una época. La ópera se escribe cada día, toca temas de la actualidad y este encuentro es una muestra.
Una iniciativa muy importante para la salud de la ópera, pero también para los nuevos creadores y una delicia para el espectador que, lejos de las sesiones intelectuales y aburridas, está en un ambiente distendido, con posibilidades de beber y comer, además de disfrutar algunas propuestas realmente interesantes que incluyen el poder interactuar con los creadores. Estos son los ingredientes de una velada única que nos propone el Off Liceu.
En esta ocasión pudimos escuchar tres obras de tres compositores muy diferentes y que relacionaban música y acción desde perspectivas distintas. La primera de ellas (en mi subjetiva opinión, la mejor) Cuestión de pelotas de Laura García Olalla, una compositora que además era una de las intérpretes vocales.
Esta obra incluía el texto tanto cantado, como hablado y proyectado, lo que llevaba a la acción en diferentes niveles expresivos, todos sostenidos por una interesante partitura para canto y piano, con muchas características del minimalismo pero dedicada, sobre todo, a conectar con el espectador para denunciar un mensaje enorme fuerza: la situación de la infancia esclavizada.
Fue muy llamativo el uso de la repetición de frases musicales y textuales como forma expresiva, a la usanza belcantista, pero con una clara intención dramática. No había grandes innovaciones o experimentos sonoros, pero establecía una acertada relación entre acción, música, texto e imagen. La obra cerró con un dúo de enorme belleza.
García Olalla se vuelve un nombre a seguir en la composición vocal de nuestros días.
La segunda obra, también haciendo referencia a la tradición romántica del siglo XIX, llevó por nombre Lied y fue escrita por Joan Arnau Pàmies.
Una composición con clara influencia del jazz que proponía un uso diferente de la vocalidad mezclando tanto la impostación lírica como la proyección de voz abierta. Una partitura más dedicada a buscar el efecto sonoro que la acción escénica, seguramente por su cercanía al concepto de canción.
Fue muy sorprendente cuando el compositor (quien también fue el intérprete al piano) dijo que el tema era el cuidado del planeta y su destrucción, porque no fue algo que se pudiera leer en la obra por sí misma. En cualquier caso es una partitura mucho más tecnológica que acústica, se nota su preparación en EU y su incursión en el jazz y era un trabajo realmente interesante e innovador.
La tercera obra, Daugthers of Bilitis de Andreu Gallén es simplemente un trabajo encantador que está lejos de la innovación musical contemporánea y pertenence sin ninguna duda al musical anglosajón. De hecho no está interpretado por cantantes de ópera sino por dos actrices, que ya nos tienen acostumbradas a su excelente trabajo en otras obras teatrales y musicales: Anna Moliner y Elena Gadel.
Enfocado en la búsqueda de la emoción del espectador, esta obra cuenta la historia de amor de la primera pareja de lesbianas que pudo casarse en EUA después de medio siglo de conviviencia amorosa. Una música complaciente, que cuenta una historia reivindicativa y que busca emocionar al espectador, con toda la validez que esto tiene ,y al mismo tiempo, con el poco riesgo que esto supone.
Una velada emotiva, interesante y muy agradable, que por desgracia y el cornavirus vamos a tener que esperar mucho más de lo planeado, para volver a disfrutar.
