Red

informació obra



Intèrprets:
Lluís Soler, Ferran Vilajosana
Direcció:
Guido Torlonia
Sinopsi:

Red, John Logan proposa un tens i visceral duel interpretatiu. L’obra situa l’artista Mark Rothko al cim de la seva carrera i el dibuixa a partir del punt vista de Ken, el seu jove ajudant. La peça es desenvolupa entre 1958 i 1959, quan el reconegut arquitecte Philip Johnson encarrega al talentós pintor uns murals pel restaurant Four Seasons de l’icònic Seagram Building de Nova York.

Mentre Rothko i Ken pinten es desafien mútuament en un molsut combat que qüestiona la raó de ser de l’art.
Dues visions i una trobada. Dues generacions i un conflicte. Red fa una mirada convincent sobre la relació canviant entre un artista i les seves creacions, aprofundint en el respecte i el significat i alhora evidenciant aquest fràgil equilibri entre les aspiracions, l’autoexigència artística i la seva materialització de portes enfora al context creatiu.

Crítica: Red

18/12/2021

Esto no es otro biopic de artista

per Gabriel Sevilla

Red es una rareza. Muy poco teatro se atreve con el mundo de la pintura, la apuesta culturalista del arte sobre el arte, asumiendo el riesgo del soniquete elitista o la frialdad académica, encerrándose en los escasos márgenes para la acción dramática que deja un lienzo. Pero también es una pieza extraña en la trayectoria de su autor, John Logan, guionista de blockbusters como Gladiator, Skyfall o Alien: Covenant, que sobrevuelan las antípodas del teatro, no digamos ya de la reflexión sobre el arte abstracto o la psicología del color que da título a la pieza. Por eso Red sorprenderá tanto a quien espere al expeditivo guionista made in Hollywood, como a quien tema el remanso erudito en los pormenores de la no figuración. Afortunadamente, Red incumple ambas expectativas. Y ésa es la razón de su éxito.

Red cuenta la historia del encuentro entre Mark Rothko, padre del expresionismo abstracto americano, y su joven asistente Ken, entre 1958-1959. El clásico encuentro entre maestro y discípulo da pie a las esperables disertaciones del primero sobre el arte y la vida, sobre pintura y filosofía, sobre lo humano y lo divino, ante el boquiabierto aprendiz que toma nota mental sin atreverse a levantar la cabeza. También forma parte del esquema clásico el progresivo auge moral e intelectual del discípulo, curtido en la batalla diaria con el genio atrabiliario, donde se van abriendo las disputas generacionales entre lo viejo y lo nuevo (Picasso contra Rothko, Rothko contra Warhol) y el despedazamiento freudiano de los padres a manos de los hijos. Tampoco sorprende el vuelco final, cuando el discípulo reprendre al maestro por aceptar un encargo puramente comercial, por vender los Rothkos que nadie entiende al restaurante Four Seasons, donde cenarán los petulantes millonarios que menos entenderán su trabajo. Los roles cambian. El arco dramático se tensa. La batalla generacional toca a su fin. Y Logan agota su arsenal literario. Pero en ese previsible proceso, en la voladura controlada de su catarsis, hay algo que va más allá de lo previsible y llena a los personajes de vida. La erudición pictórica de Logan no es impostada, va más allá del exhibicionismo fatuo, toca una fibra dramática sensible. Sus personajes crecen en las disputas sobre texturas y colores, se hacen de carne y hueso especulando sobre la luz ideal para un lienzo. Red es un drama vivido genuinamente desde la pintura, como la propia vida de Rothko. No es un biopic de artista espolvoreado de citas cultas. Logan consigue que sus protagonistas se conozcan artísticamente, sin llegar a conocerse personalmente. Y que eso baste para el drama.

La dirección de Guido Torlonia explota el texto con elegancia. Evita el histrionismo de la bohemia y las tentaciones didácticas de la escenografía. La luces de Lluís Serra y el video mapping de Joan Rodón esparcen por la escena los matices del rojo de la discordia, nos sumergen en el cromatismo mental del atribulado Rothko, evitan la evidencia frontal del cuadro posado en el caballete, omitiendo el resultado pictórico final, recreándose en el lienzo como página en blanco y como proceso. El espacio sonoro de Ricardo González es todo un lujo, yendo de los Mozart y Gluck preferidos por el maestro al jazz de Chet Baker, pinchado a hurtadillas por el aprendiz. Un duelo sonoro que duplica el visual, servido por unos sólidos Lluís Soler (Rothko) y Ferran Vilajosana (Ken), felizmente a la altura de sus complejos personajes. Red (que, por alguna razón, no se ha traducido Vermell) es un espectáculo sensible y muy bien trabado, una función inteligente y muy viva que escapa a las trampas del arte sobre el arte, y que hace suspirar por una retrospectiva de Rothko y por los textos del Logan escénico.