Tres dones per a un mateix nom, tres generacions, tres històries que són part d’una mateixa narrativa. El fil conductor és l'espera de l'altre i la fugida del jo en una recerca constant de l’esdevenir. Barcelona, Buenos Aires i Tànger es barregen en un únic espai i es tornen refugis on només la llum i les ombres podran dibuixar les ressonàncies d’un present únic. De la culpa al plaer, de la modernitat a la postmodernitat, la repetició que ens ofereix Sarab ens parla dels miratges, d'aquelles certeses que creiem pròpies i que, en realitat, no només s’emmarquen en el nostre context històric, polític i social sinó al centre mateix de la nostra genealogia. Marcs que ens conformen i configuren i que, encara que de vegades es tornin invisibles a causa de la fascinació de l'autorelat, tot impossibilitant els vincles més essencials, no desapareixen; ens travessen fins que la violència del present ens obliga a contemplar-los i a fer-los nostres des del mateix centre, a assumir la història amb totes les seves conseqüències, a assumir-nos més enllà del jo.
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Sarab nos presenta tres mujeres de la misma familia que comparten no sólo parentesco (abuela, madre e hija) sino también nombre y lo que esto significa, como si con el nombre viniera marcado una especie de DNI que las hace fugitivas no sólo de ellas mismas sino también de todo lo que tiene a su alrededor (personal, animal o cosa).
Argentina, la tierra madre de la abuela, aquella de la que partió cuchillos en mano, para abrirse sitio en Barcelona, montando también su carnicería, y como buena carnicera deja un legado de despieces a su hija, falta del cariño y de las atenciones de su progenitora, que calca casi al milímetro con su hija.
(...)La dirección de Andrea Segura sabe cuidar los detalles. En un montaje donde los silencios y los movimientos importan tanto o más que el texto, ese cuidado marca la diferencia en que te sumerjas en la historia o que te pase por encima. Contar con tres actrices tan entregadas como Elena Fortuny, Isabelle Bres y Laia Alberch hace que todos los elementos acaben por encajar. Ni una fisura, sus interpretaciones se complementan de una manera mágica, es una maravilla verlas interpretar.
Albert Tola, fiel a su estilo, quien haya visto otros textos del autor puede ver rasgos similares en cada uno de ellos, juega con la realidad y la imaginación, con las acciones, los sentimientos y los anhelos de las protagonistas. Sarab es un texto descriptivo y tendente al monólogo, con algunos momentos donde parece romperse el soliloquio pero que es otro espejismo más. Hay un punto donde la dramaturgia te atrapa, te da la mano y no te la suelta hasta el final.