Un agent de policia atura un cotxe prop de Calella de Palafrugell pels volts de mitjanit. El conductor ha comès una petita infracció de trànsit. Al volant del vehicle hi ha el Jakob, un noruec que ve conduint el seu Tesla elèctric directament d’Oslo. Sembla cansat i nerviós.El Jakob explica al policia que està casat amb el Marc, un català que va canviar la xafogor de Barcelona pels foscos hiverns escandinaus fa gairebé 8 vuit anys i a qui va conèixer en un bar del centre d’Oslo.
En el seu relat, a vegades un pèl confús (i no només a causa de l’idioma), s’hi barreja una història d’amor amb reflexions sobre ecologisme i conviccions personals.En acabar d’explicar què és el que l’ha dut a Catalunya, el Jakob fa una insòlita proposat al mosso.
Fins a on és licita la lluita pels nostres ideals?
Quina força té la promesa que fem en algun moment de les nostres vides a algú que estimem?
En un espacio teatral pequeño, acogedor y con encanto, tiene lugar una historia de amor emotiva, modesta pero honestamente producida, de la directora y dramatuga Rosa Molina.
Una pareja de chicos que se conocen en Noruega y que viven su relación con una terrible espada de Damocles encima, regresan a una España incomprensible para un nórdico, donde termina contando una historia fragmentada y poco creíble a un policía.
Un montaje austero, con los medios que pemite un espacio tan pequeño como el teatro Badabadoc , nos regaló dos actuaciones muy conmovedoras y sinceras de Oscar Ripollés y Marco Sanfilippo, pero que, a pesar de su muy buen trabajo, no logran hacer convincete una conversaicón eterna con un policía a quien se le cuentan cosas tan graves como la posibilida de ser un terrorista o tener un cuerpo muerto en el coche, sin que él haga nada por detener al que habla.
Esta deficiencia la tiene más la dramturgia que cualquiera de los otros elementos de la puesta en escena que, dentro de sus limitacione, están bien lorgados, sin pretenciones artificiosas y centrados en el trabajo actoral.
Lo inverosímil del diálogo es un problema porque como espectador te saca constantemente de la ficción y hace muy difícil la implicación emocional con el protagónico. Aún así, debe decirse que las actuaciones llegan a momentos realmente interesantes.
Se trata de una pieza muy disfrutable y que, te hace reflexionar sobre la diferencia entre la fidelidad a nuestros ideales y la obsesión exagerada de lo "correcto".