Aquesta obra està plantejada com un punt d’inflexió en la trajectòria dels autors, que fins ara sempre eren els guies de les seves performances. En aquesta ocasió el poder de decisió el tindrà el públic, invertint el rol habitual d’espectador passiu i artista actiu.
El plantejament mostra com la voluntat d’una persona està condicionada per un missatge de telefonia mòbil, paradoxa postmoderna en la que l’individu espera de fora allò que no pot trobar al seu interior.
A Cuerpo móvil. Burundanga files, el públic trobarà els performers asseguts en dues cadires, en una sala blanca. Tots dos tindran un telèfon mòbil i portaran roba idèntica. A la paret del fons es projectaran els números de telèfon on els espectadors podran enviar missatges ordenant què volen que facin
Controlar un ser humano. Eso es lo que podemos experimentar en esta performance. En ella, los creadores Andrés Senra y Félix Fernández ponen sus cuerpos y sus mentes a disposición del público, haciendo cualquier cosa que este les pida a través de sus teléfonos móviles. Y eso hace que toda la función dependa íntegramente de las aportaciones del respetable. Besos, desnudos, canciones, bailes, gritos, risas, llantos… Todo vale. O casi. Y es que, ya sea por la cantidad de mensajes que reciben o por el filtrage personal de los actores, al final no todas las órdenes acaban siendo cumplidas.
Aunque la premisa es muy interesante, el desarrollo acaba siendo muy simple. Sería necesario que el público pudiera ver la cantidad y el contenido de los mensajes que llegan. O, de no ser así, que los actores hicieran algún tipo de discurso o reflexión en el que explicaran el porqué de su filtraje.
Nada de eso. Cuando para el insistente metrónomo que indica el tiempo de duración, los actores abandonan la escena y dan por finalizado el experimento. Vuelve su voluntad y con ella termina nuestro poder. Que cada uno piense en qué le ha aportado.