Inspirada en la novel·la homònima de l’abbé Prévost, Puccini va obtenir amb Manon Lescaut el seu primer gran triomf. La història de l’ascensió i caiguda de la cortesana Manon va ser escrita amb una música arravatadora, fidel als principis del verisme i amb l’esquinçament precís en pàgines com la cèlebre ària «Sola, perduta, abbandonata» del quart acte.
Tres aclamats tenors, el nord-americà Gregory Kunde, el tinerfeny Jorge de León i el porto-riqueny Rafael Davila, es reparteixen el paper de Des Grieux. A ells s’uneixen dues sopranos pel rol titular, la ucraïnesa Ludmyla Monastyrska i la italiana Maria Pia Piscitelli, ambdues de renom internacional.
El Liceu acull una nova coproducció entre el coliseu barceloní, el Palau de les Arts de València i el Teatro San Carlo de Nàpols. L’acció ens situa en el context de la immigració de principis del segle XX amb el record d’Ellis Island com a rerefons.
Manon Lescaut (1893) está considerada como la ópera que consolidó el lenguaje artístico personal de Giacomo Puccini (1858-1924). Es la primera de aquella mítica colaboración artística con Luigi Illica, que después, (acompañado por Giuseppe Giacosa), lograrán los grandes éxitos subsiguientes en la carrera del compositor de ópera mejor pagado de la historia.
Es la segunda versión operística de la novela dieciochesca del Abate Prevot que quería ejemplificar el destino destructivo de las mujeres vanidosas y veleidosas, poniendo a la voluptuosa y extraordinaria Manon como ejemplo de lo que no se debe hacer, para convertirla en la imagen de los deseos ocultos -y no tanto- de las mujeres en general.
En esta ocasión Davide Livemore propone una producción que traslada la obra a finales del siglo XIX o principios del XX, haciendo referencias continuas a la emigración europea que llegó a América en estas fechas.También plantea todo el montaje como un flashback que se cuenta desde la visita de un Renato Des Grieux ya mayor a la Elis Island, el famoso punto de entrada de emigrantes tanto reales como íconos de ficción, como Vittor Corleone. Ese quizá sea el mayor acierto del montaje, aunado por un lado a un movimiento de coro muy interesante y lleno de detalles, y por el otro a una propuesta visual espectacular que no deja de tener mérito, aunque fuera demasiado convencional y a veces excesiva. Hay que aplaudir la caracterización de los personajes, tanto en el vestuario de Giusi Giustino, como en la creación misma de todos los detalles de peluquería y maquillaje.
Los mayores problemas vienen en el discurso escénico con algunos momentos complicados de resolución no muy acertada (sobre todo el final que no tiene lógica escénica ni en el realismo ni en el abstracto) y con el hecho de que la psicología del personaje cambia por completo cuando hablamos de la enorme diferencia entre deportación por prostitución y emigración por cualquier otro motivo. Abordar como idea central un tema ajeno al tema básico de la ópera o uno colateral es muy difícil, tiene el peligro de que el espectador termine pensando ¿si quieres hablar de esto porqué no escoges una obra con ese tema? Lo que si fue sorprendente es que el público del Liceo, tan dado a abuchear con sentido o sin él a los directores de escena, esta vez sí aplaudieran al equipo creativo.
La siempre exuberante orquestación de Puccini, voluptuosa y emotiva, no tuvo un eco escénico de la misma altura todo el tiempo. Hablamos de dos cantantes de excelente nivel como Lludmyla Monastyrska y Gregory Kunde, sin embargo actoralmente estos papeles requieren de una sutileza, dulzura y complejidad que no siempre se alcanzó. En ambos intérpretes encontramos voces demasiado grandes, demasiado fuertes para papeles que, si bien requieren volumen y tamaño, también exigen una cantidad increíble de matices y transiciones emocionales muy complejas, que en este caso, la verdad, se quedaron por debajo de las expectativas de público. Esto se vuelve un problema difícil de digerir en una obra que gira en torno a ese amor pasional, auto destructivo y desesperado de una de la parejas más famosas de la ópera.
David Bizic hace un muy correcto Lescaut y en general todo el resto del elenco cumple muy bien con sus papeles, pero falta mucho de lo que el propio Puccini decía de su obra al compararla con la versión de Jules Massenet: "Massenet lo sentía (el tema) como francés, con los polvos de tocador y los minuetos; yo lo siento como italiano, con pasión desesperada".