A tocar!

Teatre | Dansa | Circ

informació obra



Companyia:
Baró d'Evel
Intèrprets:
Blaï Mateu Trias, Camille Decourtye, Tortell Poltrona, Raül Fernández (Refree), Imma Colomer
Escenografia:
Frederic Amat
So:
Roc Mateu
Il·luminació:
cube.bz
Direcció:
Oriol Pla Solina
Sinopsi:

Baró d’evel assumeix el repte de crear un moment “en suspensió” com a obertura del Grec. Tenim a tocar el moment de posar-nos un cop més en moviment, però també tenim a tocar el moment de fer un canvi. Estem tocats, és evident, però volem tocar, volem sentir, volem viure, volem somiar. Per a Baró d’evel, convocar artistes admirats i propers a l’escenari del Teatre Grec en un moment com aquest és més que un privilegi; orquestrar la cerimònia, un gran honor; retrobar-se amb el públic, una il·lusió. A tocar! ha de ser una injecció d’essencialitat i d’energia.

Travessem encara una fase de la crisi i tot es mou, tot oscil·la. Per tant, cal ser prudents sense deixar de ser ambiciosos, perquè som fràgils, però valents. Generacions diverses i llenguatges diferents pugen a l’escenari en una proposta que ens convida a retrobar la força de l’espectacle, a intentar submergir-nos en les profunditats de l’ésser humà per fer front al repte més important al qual ens hàgim enfrontat: recuperar les essències i la importància de tot el que es viu, veure-hi clar per retrobar les prioritats. Serà una mena de cerimònia de reencantament adreçada, potser, a reconnectar-nos amb l’essencialitat del present, la responsabilitat del futur i la sinceritat de la poesia.

Com a mestres de cerimònia, els Baró d’evel, una companyia amb un peu a Catalunya i un altre a França i que lideren Camille Decourtye i Blaï Mateu Trias, autors d’espectacles com Bèsties (Grec 2018) o Falaise (Grec 2019). Han seduït el públic barceloní amb unes propostes escèniques fetes amb una notable habilitat, grans dosis de poesia i una profunda senzillesa. Aquest cop, s’envolten d’artistes de disciplines diverses, que van del teatre, el moviment i el clown a les arts plàstiques i la música, com Frederic Amat, Tortell Poltrona, Maria Muñoz, Raül Refree, Lina, Nicolas Lafourest, Roc Mateu Trias, Imma Colomer i els Cube.bz. Són els ingredients d’una mena de gran còctel Molotov que no vol incendiar res sinó convidar-nos a totes i a tots a participar en una gran celebració de la vida.

L'espectacle s'emetrà en directe a través de la televisió betevé el dia 30 a les 22h.

Crítica: A tocar!

02/07/2020

Los payasos marcan el camino

per Imma Fernández

De entrada, un aplauso a la valentía de un Grec, con Cesc Casadesús al frente, que ha sabido reiventarse y plantar cara al virus con una edición que muchos veían improbable. Y aplausos para el digno, muy digno, espectáculo inaugural a cargo de una compañía, Baró d’Evel, que en los últimos años nos ha hecho muy felices a los amantes de las artes escénicas regalándonos joyas como ‘Là’ y ‘Falaise’. A sus fans, que son muchos, no les habrán sorprendido algunos de los momentos de este ‘A tocar!’, retazos ‘déjà vu’ de anteriores montajes –faltaron, eso sí, sus maravillosos animales- que a buen seguro habrán atrapado a los neófitos. Como ese inicio en el que los maestros de ceremonia, Blaï Mateu y Camille Decourtye, saltan al escenario ‘confinados’ en trajes negros de escayola de los que se van liberando haciéndolos añicos hasta poder tocarse y abrazarse. Bajo el negro, aparece el blanco en sus vestimentas. La luz, el reencuentro. El ‘A tocar!’.

La pareja de directores reclutó a su hija Rita, de 6 años, y al abuelo Tortell Poltrona, padre de Blaï. Un gran acierto ese diálogo intergeneracional con la pequeña correteando y jugando junto a su ‘avi’, cantando flamenco y demostrando que hay una nueva artista en la familia. Cobraron esta vez gran protagonismo las fantásticas dotes vocales de Camille, cantando un rap, en posiciones acrobáticas o simulando un inacabable orgasmo en una de sus actuaciones junto a Blaï en las que recreaban las distintas situaciones que ha podido traer la reclusión a las parejas. De las peleas a los besos y más allá.

Con las limitaciones que el covid-19 ha impuesto, con apenas un ensayo antes de la función previa al estreno, la compañía ha conformado un colaje muy bien integrado en el bello espacio y tocado con la varita mágica de su impronta. Un anfiteatro con más naturaleza que nunca –la hiedra artificial entre los asientos del aforo permitido- para un montaje que denuncia nuestro empeño en destruirla. Arropados por una cálida iluminación, la ‘troupe’ y sus excelentes aliados fueron dibujando el poético mosaico con pinceladas humorísticas, emotivas y críticas. Fue una amalgama de música, circo, teatro, artes plásticas y danza llena de contrastes, como es la vida y es esta llamada ‘nueva normalidad’. De las risas al dolor; de la fragilidad del ser humano a su poder destructivo, del blanco al negro.

Sonaron muy apropiados para la ocasión los melancólicos fados de Lina, y lució muy bien ensamblado el trabajo de Frederic Amat, con las imágenes que iba creando ‘in situ’ proyectadas sobre la soberbia pared pétrea del fondo y marcando caminos sobre el suelo (con la cal que caía de una carretilla) para un mundo sin rumbo. La música la puso Raül Refree; Maria Muñoz, la danza y, en plena forma, Colomer recitó un texto de la filósofa Marina Garcés en el que le echó un pulso al miedo. Se negó a que la amenazaran y conjuró el temor al virus con la cultura. Habló también de las nostálgicas noches de verano, los mares llenos de plástico y pateras y el espejismo de que todo va a cambiar.

Ha dejado este tan esperado reencuentro con las artes escénicas muchos detalles para la reflexión. Como ver a esa tercera edad, diezmada por la pandemia, aquí representada en Colomer (72 años), Amat (68) y Poltrona (65), maestros en lo suyo que brindaron grandes momentos de emoción, denuncia y magia. “¿Qué hemos de hacer?”, preguntaba el payaso. Cuidar mejor a los mayores, por ejemplo. Con el humor de su nariz roja, el genial Poltrona invocó a la parca protagonizando uno de los instantes más brillantes. Saltó al anfiteatro ilusionado al grito de “Me ha tocado el viaje” cual si hubiera sido agraciado con un billete al paraíso. Un viaje del que no se regresa, dijo, y para el que todos tenemos boleto. De su boca salieron las cinco palabras que mejor resumen lo que ha pasado y sigue pasando. Ese “¡qué bestia!” que iba soltando durante la función y el antológico final, coreado por el público: “No somos nada”.