Normalmente los debuts en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona son
los de cantantes, directores de escena y orquesta, por ello es tan singular que
en esta ocasión lo que nos ocupe sea el debut de un actor. Y para hacerlo más
especial aún, este debut no se da ni con una obra teatral, ni con una ópera, ni
siquiera con una puesta en escena, sino con la narración de una obra orquestal.
Jeremy Irons, uno de los actores británicos más famosos de
los últimos años - su extensa y famosa filmografía le ha llevado a ganar un Oscar, un Tony, además de Globos de oro, Emmy’s y premios SAG-,
debuta en el Liceo narrando Egmont,
el texto de Goethe, en una adaptación del dramaturgo norteamericano Christopher
Hampton al mismo tiempo que se interpreta la obra homónima de Ludwig van Beethoven
(1770-1827).
Pero no acaban aquí las cosas que hicieron diferente este
debut. La Orquesta Wiener Akademie, fue la encargada de interpretar tanto la obertura
como toda la música incidental; Con ello, pudimos oír la obra de Beethoven
interpretada por instrumentos de la época, que definitivamente dan una
sonoridad muy distinta a la que estamos acostumbrados en nuestros días.
La música incidental
de Egmont es de la época en que el compositor comienza
a tener el apoyo y el interés de los nobles por su trabajo, cuando está
haciendo planes de boda que se frustran y todo ello mientras Francia invade
Austria. Es decir, forma parte de una de las épocas más convulsas de su vida.
Fue escrita para la pieza teatral de Johann Wolfgang von Goethe
(1749.1832) entre los años 1809 y 1810 y en la actualidad no es común
escucharla completa, normalmente se interpreta sólo la obertura. La temática es
la apología heroica de la lucha por la libertad, tan profundamente arraigada en
la corriente romántica marcada por los cambios sociales de su momento.
Lo que tampoco es frecuente es un narrador así. Es muy
difícil escuchar a un actor narrar como lo hace Irons, pasar por las
transiciones emocionales con esa limpieza y esa capacidad emotiva, contenida,
sin aspavientos y con elegancia.
El concierto en mucho nos recordó por qué la música de Beethoven
es tan importante para el mundo occidental, y a pesar de lo lejos que estuvo
del lugar común de sus interpretaciones románticas y lo cerca de la serenidad
de la inteligencia, fue sumamente emotivo. El trabajo de Irons nos recordó la maravilla que es la narración de historias y lo mucho que se puede disfrutar de ellas,
El programa se completó con la interpretación de la séptima
sinfonía y del aria de concierto Ah pérfido…per
pietè, non dirmi addio! , esta última cantada por la soprano sueca Kerstin
Avemo, cuya participación, aunque correcta, no entusiasmó a los espectadores.
