Marc Minkowski i Ivan Alexandre ens ofereixen un repte ambiciós i refrescant: presentar quatre cicles de les tres òperes de la col·laboració entre Lorenzo Da Ponte i Wolfgang Amadeus Mozart. Un viatge en tres episodis, tessel·les d’un extraordinari mosaic.
Cadascuna d’aquestes obres mestres té una entitat autònoma en si mateixa, però constitueixen una suite coherent amb una sèrie d’elements comuns: el respecte al principi de les unitats del teatre clàssic (lloc, temps i acció) i analogies i ecos entre els personatges (Comtessa-Donna Elvira / Don Giovanni-Comte...). D’altra banda, cada llibret pren la veritable dimensió associant-se amb els altres dos títols, que, d’alguna manera, venen a completar i clarificar aspectes.
L’enfocament successiu, com si d’un festival es tractés, rebel·la una tensió especial i, així, el públic està convidat a capbussar-se en la vida tumultuosa d’aquesta galeria de personatges on, ja residint en el mite, es mostra un sofriment femení compartit font d’una forma violenta masculina. El sol refugi de les dones resideix en la seva solidaritat. Davant l’abús i l’excés de llibertat sempre apareix el perdó.
Aquesta nova perspectiva revelarà nous significats i confrontarà els espectadors amb la noció de seducció tot plantejant preguntes com ara “què significa ser home o dona a la societat actual?”, “quins límits posem al nostre desig?”, “què significa ser parella avui en dia?”, “quines conseqüències tenen els nostres impulsos o l’abús?”.
La noció de seducció rau en el centre d’aquesta trilogia: un mirall etern i un infinit manual per a la vida. En aquesta folle journée, en que così fan tutt(i), tenim un himne que tothom repeteix: Viva la libertà!
La trilogía que propone el Liceo para esta primavera es una de las más hermosas y valiosas de la producción artística mundial: las tres obras maestras de Mozart y Da Ponte, dos genios que nos legaron tres de las mejores óperas de la historia.
Además lo propone de una manera muy novedosa: con una conceptualización conjunta y definiéndolas como trilogía, que de alguna manera permite ver las relaciones ente ambas. Incluso algunos de los intérpretes participan en los tres montajes.
Esto es una propuesta sumamente interesante y creativa, pero implica varios problemas y uno de ellos es que las necesidades de todos los personajes no se pueden cubrir con los mismos cantantes. Para lograrlo se necesitarían especialistas de muy alto nivel, que por desgracia, no es el caso. Las tres obras tuvieron diferente suerte en sus resultados.
En el caso de Cosí fan tutte, el problema fue asistir a la función del 21 de abril. en la que hubo más sustituciones que aciertos.
Una obra que tiene seis personajes principales es muy difícil de representar si hay cuatro de ellos enfermos. Pero, es aún peor si una de las sustituciones se hace con una persona cantando y otra actuando... la verdad es que, después del anuncio del director del Gran Teatro del Liceo explicando esta situación, se esperaba lo peor. Fue grave, pero no tanto como se podría imaginar. Se admira la determinación de todo el elenco de dar función con estas circunstancias por principio.
También se reconoce el hecho de que Anna Ponces hizo un gran trabajo, porque es muy difícil actuar sin cantar y solo quien ha tenido que hacer una cosa así sabe de la presión y de lo complicado que es, cuando se es asistente de dirección. Que los sustitutos hicieron un esfuerzo sobre humano y lo mejor que pudieron, no es ni siquiera cuestionable.
Sin embargo realmente era muy complicado. Resultaba casi ridículo ver a alguien moviéndose y haciendo una especie de "play back en vivo", las consecuencias en algunos momentos de los concertantes y ver al tenor peleando con su vestuario para ser el amante fingido, hicieron que la acción misma estuviera trastocada y se notaba.
El montaje tiene algunos problemas de iluminación sobre todo en el proscenio, pero debe reconocerse la dinámica fresca de las relaciones que establece, la homogeneidad de su estética y la acertada lectura de teatro dentro del teatro.
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