L’actor britànic Mark Lockyer ens va meravellar la temporada passada amb un monòleg autobiogràfic marcat pel trastorn bipolar. El seu viatge vital ha seguit en periple per l’Estat espanyol i ara ve a narrar-nos un peculiar camí cap a la llum.
Si la temporada pasada nos cautivó con su Living with the Lights On y pensábamos que cualquier cosa que nos explicara hubiera tenido el mismo efecto, pues no. Esta temporada ha optado por traernos su versión de España, o más concreto de la experiencia de un guiri en un pueblo costero español y nos ha sobrado hasta la arena que inunda la escenografía.
Hemos caído cual simples turistas en la trampa de que l@s intérpretes británicos todo lo bordan, pero para tirar de tópicos tan manidos que ya nos los sabemos de memoria ya tenemos algún que otro actor patrio. Lo que se nos presenta como un viaje para descubrir los orígenes, la parte de uno mismo que no acaba de encajar.
Se podía haber fijado en Federico García Lorca como en Cervantes, ya que realmente el poeta granadino es una mera excusa para vender más entradas porque en el espectáculo ni está ni se le espera. En una escenografía que representa lo que muchos turistas vienen buscando: sol, playa y chiringuitos. Pero más allá de su vaso de sangría no va.
Es una verdadera lástima malbaratar el talento que nos demostró la temporada pasada con tan ínfimo contenido. Lección aprendida, por nuestra parte, por la suya necesitaríamos que se diera algo más que un paseo por la península de norte a sur y de oeste a este para enmendar sus errores. Simplemente.