Recital de pequeñas grandes obras para
la voz
El
lied como la chanson française y la cançó catalana, son géneros con recursos
mínimos (una voz y un piano) profundamente interesantes y que cuentan con
algunos de los mejores exponentes de la historia de la música. Las tres
escuelas mencionadas tienen en común el origen medieval y se influenciaron
enormemente entre ellas a partir del siglo XIX, cuando conocieron su esplendor
en las manos de compositores extraordinarios de Alemania, Francia y Cataluña.
Por
ello aplaudo enormemente la iniciativa del Teatre Akadèmia de abrir un espacio
para la ópera de pequeño formato y para este tipo de conciertos, porque nos da
opciones de escuchar las pequeñas grandes joyas de un enorme repertorio, muy
pocas veces interpretado.
Además
de un programa formado por lieder muy conocidos de Schumann, chansons de Fauré,
Henri Duparc y Chausson, así como Pahissa, en esta ocasión el pianista Efrem
García i Salinas mostró composiciones suyas en un bloque denominado Doce canciones inconexas que, sin duda alguna,
fue lo mejor del recital. Entre ellas destaco la Canción de Cardenio sobre un texto de Cervantes, primero por su
interesantísimo texto, pero sobre todo porque la relación palabra-música está
muy bien lograda dándole una vitalidad muy poco común en la canción
contemporánea. Este joven artista nos demostró que no sólo es un talentoso
pianista acompañante (que bastante difícil es hacerlo en este género y se
considera toda una especialización), sino un compositor que sabe trabajar la
relación con la voz, lo cual despertó mi curiosidad e interés por su trabajo.
Por
su parte el tenor Xavier Martínez i Rubio, poseedor de una hermosa voz de tenor
muy claramente mediterráneo, nos ofreció una interpretación cuidadosa y
entrañable. Quizá su mayor enemigo sea la rigidez
corporal que se disociaba de la expresividad vocal y facial, pero su fraseo fue
siempre muy afortunado.
Recomendaría
al teatro conseguir que este tipo de recitales contara con supertitulaje, de
esa manera el espectador no se pierde la belleza de los poemas que integran
estas canciones y pueden disfrutar mejor su relación con la música.
Los
conciertos de este tipo deberían ser prescripción médica para los que sufren
desamores, dolores crónicos e infelicidad. Asistir a uno de ellos es siempre,
la mejor manera de acabar el día.
