Són necessaris els canvis? Es pot canviar? Realment volem canviar? Estem preparats per a canviar? És necessari canviar de postures còmodes per a buscar postures incòmodes i abandonar la placidesa que era la nostra existència? És la placidesa, la comoditat, un error? Tenim l’obligació de rescatar-nos? Estem destinats a canviar el món? Aquest tipus de preguntes són les que em faria si fós un ós a l’aigua. Un ós a l’aigua, amb les seves passes lentes, sempre sap cubrir les seves necessitats.
A todos nos gusta volver a empezar. O imaginarnos que hemos podido reconstruir aquellas cosas que no funcionaban y que limitaban nuestras acciones o era necesario cambiar. Explica David Franch al público, en este sugerente montaje, que eso no es más que una quimera, porque cuando de verdad se transforman las cosas es porque se ha tocado fondo. “¿En qué posición te gusta ponerte cuando de verdad has llegado a esa situación?” Va preguntando micrófono en mano Arantza López.
Ellos proponen borrar el cuerpo: esconderlo en una cueva profunda, colgarlo de unos arneses a unos metros de la realidad, sujetar sus miembros a unos sacos de arena mientras intenta caminar o probar algunas de las posiciones en las que humanamente transitamos cuando el dolor se nos impone: mirando al horizonte, con las manos en la nuca o acurrucados como lo estuvimos en el interior del útero materno. Gestos y movimientos, todos ellos, en los que Arantza muestra su amplia competencia como bailarina.
Estos y algunos detalles más despliega La Buena Compañía durante un espectáculo breve, cuidado en el detalle, simple en su planteamiento, eficaz en el lenguaje, claro pero no por ello menos reflexivo, en el que se invita a la participación del público y que habla de cosas sobre las que todos tenemos alguna experiencia de más o de menos. Podría resultar invasivo, pero se trata con delicadeza. Y en todo caso es una invitación a un juego que conduce muy bien David y en el que la desconexión entre las cosas produce aún más realidad que su propio orden.
El Versus Teatre propone este año un programa que ha venido a denominar Teatro Social. En ese contexto, Osos en el agua aporta una sugerente mirada sobre asuntos difíciles, de los que es complicado hablar. Y Labuena Compañía contribuye a ello con un interesante posicionamiento narrativo y coreográfico.