Poliuto és una tragèdia lírica que Donizetti va escriure el 1838 per al Teatro San Carlo de Nàpols, malgrat que no es va estrenar fins al cap de deu anys, quan el músic ja havia aprofitat el seu propi material per a Les martyrs.
Va ser redescoberta el 1940, per bé que no ha estat mai una de les òperes més representades de Donizetti. Poliuto representa una inflexió en l’estil del compositor, cada vegada més al marge del bel canto i cercant un estil amb tendència a la grandiloqüència i el gran espectacle, d’acord amb el gust francès i la grand opéra.
Després de 42 anys d’absència, el Liceu compta amb un repartiment fabulós, que inclou la soprano Sondra Radvanovsky, que debuta en el paper de Paolina a Barcelona. Gregory Kunde repetirà un nou èxit en una de les seves especialitats, el bel canto tardà.
Con una estructura dramática poco interesante, pero una música netamente bel cantista, Poliuto de Gaetano Donizetti (1797-1848), fue una obra que se estrenó póstumamente después de una accidentada trayectoria que incluía la censura, una versión francesa y varios cambios de título.
Quizá el aspecto más interesante musicalmente de esta ópera sean sus concertantes casi sinfónicos, su dificultad acrobática vocal y su capacidad de integración de los elementos tradicionales de la ópera: coro, solistas, orquesta; poco más puede decirse de esta partitura, escrita dentro de los parámetros belcantistas.
En una obra así los intérpretes cobran una importancia enorme, porque sin una alta calidad de interpretación se manifiestan muchísimo las deficiencias del libreto y las repeticiones de la música. De ahí que la versión que nos ofrece el Liceo en esta ocasión sea tan interesante, ya que los tres personajes principales del elenco cumplían con esta característica. Comenzando por el barítono Gabriele Viviani, que a pesar de algunos problemas técnicos en la parte aguda de la voz, hacia frases hermosas y la voz era importante, aunque era el más débil de los tres integrantes del triángulo amoroso.
Gregory Kunde sigue demostrando una gran calidad en su interpretación, con frases hermosas, una dicción perfecta y aunque notas como el re sobreagudo ya no son hermosas, se debe reconocer su trabajo impecable con una partitura tan difícil de cantar.
Cuando se habla de Sondra Radvanovsky la verdad que cuesta mucho ser objetivo y mesurado. Aunque se veía el rastro de alguna afección menor y algún error hubo de concentración, su interpretación creciente en cada escena, es sobrecogedora y su trabajo vocal no tiene objeciones. El fraseo delicado, las coloraturas cristalinas y unos agudos que no pierden la belleza del timbre y que maravillan por su seguridad, son solo algunas de las características vocales que podemos mencionar.
La dirección musical de Daniele Callegari no puede definirse más que como acertada y elocuente, logrando que la orquesta sonora una partitura común haciéndola parecer extraordinaria junto con un trabajo correcto del coro y un respeto enorme por el trabajo vocal.
Una velada para recordar.