Las personas presas tienen derecho a dos comunicaciones orales de veinte
minutos cada una por semana, siendo posible juntar el tiempo de las dos
visitas semanales en una sola de cuarenta minutos…
Camila y Claudia son dos seres incapaces de enfrentarse a las cosas que
ocurren en sus vidas. Son hermanas, pero su vínculo va mucho más allá.
Se ven cada semana en una minúscula habitación donde se desarrollan las
comunicaciones modalidad locutorio de una prisión…Una fría y recia
lámina de metacrilato separa la vidas de cada una de ellas, y no hay más
contacto que el visual y el sonido de sus voces pasando a través del
sistema telefónico.
Una de ellas ha matado a un hombre, un hombre que aquella noche le
esperaba en casa sentado en el sofá con las piernas cruzadas y una
botella de whisky en el mano… Se espera una condena, probablemente de
entre 10 y 15 años. De momento, prisión preventiva. Toca esperar…
Pero no es la condena lo que más les preocupa. En estos encuentros de
hermanas se esperan muchas cosas más. Camila y Claudia esperan conocerse
más, entenderse más. Esperan encontrar soluciones a muchos
interrogantes que han marcado su vida: el amor, la familia, la felicidad
y la infelicidad. Esperan saber por qué han pasado las cosas, y por qué
se han dado así y no de otra forma…
Camila versus Claudia, y Claudia versus Camila, realizan un mismo viaje,
un trayecto difícil y peligroso hacia la realidad. Pero la realidad no
es igual para todo el mundo…
Una paret de metacril·lat, dos seients, dos telèfons gòndola (d'aquells antics, ja), dues germanes, una a cada banda del mur transparent, dues vides. I un drama: la presó, la culpa, la por, la generositat... Un drama que anirem descobrint a mida que les dues actrius s'aniran veient les cares 20 minuts cada setmana. Un assassinat, una preocupació per les coses que ara quedaran lluny, com ara els nens, la família. La incomprensió ("no soy tu abogada, soy tu hermana"), l'autoconvicció ("estar en la cárcel es como estar en un sitio más"), la confiança en la justícia ("no queda otra...") ens portaran a descobrir una realitat dura però propera a qualsevol de nosaltres. I un marit del qual l'acusada s'estava defensant. Un marit que estava esperant al sofà, amb una ampolla de whisky. Un marit víctima o culpable? El dilema de la violència de gènere planeja sobre la vida de Camila i de Clàudia, que no es resignen a acatar allò que digui la justícia i li acabaran donant un gir sorprenent als esdeveniments.
Tot i la quietud de l'escenografia, freda i austera, com correspon, el ritme de l'obra resulta devegades trepidant, sempre amanit amb una música i uns silencis que ens fan pair el que se'ns explica. Una obra desgarradora que denuncia una realitat indignant.
(Mentrestant, l'alcalde de Valladolid seguirà sense pujar a una ascensor amb una desconeguda...)