Monica Dolan, autora d’aquesta peça, és, de fet, una premiada actriu que ha fet teatre, cinema i televisió. L’hem vist en sèries com Black Mirror o Talking Heads, en produccions cinematogràfiques o, en el teatre, interpretant papers com el de Karen en la versió teatral d’All About Eve que va dirigir Ivo van Hove. Però aquesta actriu, guanyadora dels premis BAFTA i Olivier, també ha escrit i interpretat un espectacle unipersonal que va titular The B*easts i que va portar al Fringe del Festival d’Edimburg l’any 2017 amb un èxit aclaparador. Sobre l’escenari la Tessa (Marta Marco), una psicoterapeuta, repassa les repercussions d’un cas extrem: la filla de vuit anys de la seva pacient vol posar-se pits. A través d’una circumstància que pot semblar-nos aberrant i anormal ens convida a revisar la nostra cultura. Quan, i com, comences a adonar-te que la teva moral està sent dirigida per la cultura popular? L’autora ens adreça mitjançant aquesta història un punyent “I si?” en una societat en la qual la sexualitat i el gènere són una part tan important de qui som, com ens identifiquem, i com ens definim. Quan és massa d’hora per lluitar pels nostres ideals sexuals?.
Dirigeix el muntatge Pau Roca, actor i director que l’any 2013 va crear la seva pròpia productora, amb la qual ha portat al Grec Festival de Barcelona muntatges d’autors contemporanis, sovint britànics. En el Grec 2017, va dirigir Tender Napalm; al Grec 2019, Así bailan las putas i, al Grec 2021, Salvació total imminent immediata terrestre i col·lectiva.
Una producció de Sixto Paz Produccions
Una de las cosas más interesantes del teatro es hacer que te cuestiones ciertas temáticas que quizás por tu día a día o por tu estilo de vida te pasan de refilón. La historia de Bèsties te toca, te causa estupor, te cuestiona qué harías tu si... ¿pero somos capaces de ponernos en el lugar de...?
Tessa (Marta Marco) es una psicoterapeuta que ha tenido que lidiar con un caso extremo de hipersexualización de una menor, desde los tres años hasta lo que hoy ya se considera adolescencia, 12. Llevando esta historia a mi contexto personal, una milennial, sin hijos y con cuerpo no normativo ponerse en el lugar de una generación que ha crecido con las revistas de moda, con la pornografía, bajo los cánones estéticos marcados por el Photoshop y los filtros de Instagram me resulta difícil a la par que me horroriza.
¿Cómo puede ser que una niña de 4 años sea fruto de la cuestión estética y se plantee pasar por el quirófano para llegar a alcanzar su sueño de ser como las figuras femeninas que ve en las revista de moda? ¿Qué tiene que hacer su madre delante de tal encrucijada, plegarse a los deseos de su hija o buscar ayuda profesional? El texto está lleno de interrogantes, algunos con una respuesta difícilmente asumible y que van más allá de la responsabilidad del progenitor de turno, ya que involucran a toda la sociedad.
Si bien es cierto que como espectador el texto te violenta a la vez que te interroga sobre tus límites morales y los de la sociedad en su conjunto, pero creo que también tiene partes muy tramposas. Como mujer CIS quizás lo hubiera tenido que dejar pasar, pero en unos días como estos, con una parte de la sociedad que señala tanto a un colectivo, comparar el caso extremo de hipersexualización de esta menor con la problemática trans, me parece totalmente desacertado y hasta un punto insultante. Tampoco encuentro la correlación del caso con les niñes testigos de jehová y las transfusiones de sangre. Es ahí donde el texto chirría un poco y en ciertos momentos te expulsa.
Marta Marco dispara las preguntas desde el inicio aunque la historia real te la vaya dando en píldoras, y menos mal porque son más bien disparos y no sabríamos que hacer si de buen principio se revelara la historia completa. Vemos pasar por su mirada un seguido de calma, estupor, incertidumbre, rabia y silencios. La dirección de Pau Roca nos invita a entrar en la historia, a hacernos partícipes, más aún cuando estamos interpelados por la actriz que a menos de un metro nos interroga mientras camina por una improvisada platea. Como público no tenemos voz, callados que no ausentes, observamos y reflexionamos sobre todo aquello a lo que nos vemos interpelados. Hay silencios que afirman más que las propias palabras. Bèsties es una obra donde el aliento y la complicidad entre intérprete y espectador es necesaria, somos cómplices y verdugos de nuestra propia pasividad.
Es mi primera experiencia teatral en La Muriel, un espacio que siempre había visto como una perfecta mini-sala de conciertos pero que para este concepto teatral, de intimidad entre uno o varios actores también es perfecto. Lejos de las cámaras negras, de tarde, con claridad afuera, con una bebida (alcohólica o no) y dispuesta a dejar que te sumerjan en una historia que te atrape, te revuelva y que te haga preguntarte porqué lo estamos haciendo tan mal y si aún llegamos a tiempo para solucionarlo.