Una dona amb una carrera brillant, una professió que li cau com anell al dit i que ocupa un lloc de feina molt important per a tothom, vol deixar-ho tot per dedicar-se professionalment a ballar claqué. Per acabar-ho d'adobar, en tant sols quinze segons, es fa evident per a tothom que la vegi que mai, mai, farà ni un sol pas de claqué que mereixi ser vist. Però ella vol ballar claqué.
Un funcionari del govern, dedicat a que tothom ocupi el lloc de treball pel qual està més preparat i en el que, per tant, es sent més realitzat, ha arribat per frustrar els seus plans. Ella no pot ballar claqué.
"Claqué o no" és una comèdia sobre les professions, vocacions, intuïcions i canvis de rumb laborals que moltes vegades, no entén ningú.
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Nuestra protagonista tiene una carrera brillante como bioquímica que decide abandonar para dedicarse a su pasión, bailar claqué. Independientemente de que en un breve lapso de tiempo cualquiera pueda adivinar que no ha nacido para bailar claqué, ella le pone tanta pasión que acabas incluso por sentir lástima de tanto esfuerzo desperdiciado. A su lado, un reorientador laboral, o más bien unavoz de la conciencia, surgido de la nada, que intenta convencerla que vuelva a su mundo de las ciencias para el que se ha formado y para el que realmente sirve.
Al inicio, la dramaturgia de Roc Esquius es directa, incisiva, muy divertida, loca, atrevida, y juega constantemente con el espectador... pero mantener el ritmo del inicio durante todo el tiempo es una tarea muy complicada. Un poco más allá de la mitad de la obra se mete en un cul de sac que le hace perder la potencia del inicio, volverse en exceso melodramática, pero que con más o menos traza consigue remontar en el último cuarto de hora.
Interpretativamente la obra ha encontrado el tándem perfecto. Núria Deulofeu destila tanta pasión por lo que hace como su personaje por bailar claqué, eso sí, afortunadamente, sale mucho mejor parada que él. Deulofeu despliega un sinfín de gestos que ayudan a enfatizar los momentos de comedia de la obra. A su lado Isidre Montserrat borda un personaje odioso de principio a fin. Por mucho que disfrutes de los juegos con el lenguaje y sus metáforas, como es mi caso, este orientador laboral acabaría por sacar de sus casillas a más de uno.
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