"El Otro" reflexiona sobre la identitat de dos homes que viatgen junts, un recorregut simètric i de possibilitats aleatòries. Instints, creences i l’atzar defineixen la seva manera de veure la realitat.
"El Otro", que barreja dansa i performance, és el resultat de la unió entre Romain Chat (Lyon, 1980) i Quim Vilagran (1978), un químic i un biòleg interessats, alhora, per la dansa-improvisació, el llenguatge del cos i la creació visual.
No
es fácil tratar temas de gran acento de forma sencilla e invitar a
la reflexión. Hay una oscuridad, muy propia de la filosofía, que
aleja más que facilita la proximidad para con los intereses
cotidianos del ciudadano medio. Aunque su pertinencia sea muy alta,
casi necesaria, visto especialmente el estado de superficialidad y
ligereza con la que llevamos adelante nuestra existencia. El otro,
como concepto, es uno de esos temas fundamentales en la configuración
de lo propio, de la identidad y el reconocimiento del ser humano como
parte de su comunidad. La falta de empatía, comprensión o
simplemente respeto por las actitudes o actos de los demás son
fuente inacabable de luchas, disputas y desgracias en cualquier
sociedad. Y el equilibrio entre los propios impulsos y los derechos
ajenos, la gran cuestión irresoluble de la humanidad.
Para
contado de manera fácil basta ver a Romain Chat y Quim Vilagran
explicarlo. Bien cuando bailan mientras hablan, en una especie de
adaptación casera del famoso método del "verbatin" de la
Compañía DV8; o bien cuando manipulan unos clicks (esos muñequitos
con los que aún juegan los pequeños) en diversos escenarios
construidos con recursos simples, pero efectividad visual y economía
de lenguaje.
Por el camino, como decíamos, invitan a pensar
sobre muchas cosas de gravedad: los clicks representan dos turistas
fascinados por las maravillas arquitectónicas de la ciudad de
Barcelona, en una geografía vital globalizada en la que ya no
existen diferencias substanciales en el centro de la capital, con sus
tiendas de multinacionales, el consumo como objetivo y el desfase
como sistema de "liberación mental". Mientras que los
bailarines manejan conceptos relativos a la diversidad, las
mutaciones, la genética y los equilibrios químicos y similares, que
pueden resultar harinosos, pero que explicados con la intención de
su relativización tienen doble o triple sentido.
Dos hombres
en contacto son eso: puro azar. Se reconocen entre ellos como parte
de algo que pertenece más al ámbito de lo inmaterial, algo que
define la substancia humana. El acierto de 'El otro' es precisamente
poner en el escenario esas cuestiones difíciles, con simpatía,
sencillez y claridad meridiana.