Igor Stravinsky (1882-1971) en sus memorias escribiría: "El valor de un director se mide precisamente por si capacidad de ver lo que, de hecho, hay en la partitura y no, claro está, por su empeño en buscar aquello que él desearía que hubiese." Si esto se aplicara a la dirección escénica contemporánea estaríamos en un grave problema.
Actualmente el director de escena quiere buscar y hacer una versión propia y única de cada obra, usando lo que está dentro de la partitura y agregando lo que le falta para crear un discurso propio. ¿Es válido o no hacer esto? Sinceramente creo que depende del resultado obtenido.
La Fura dels Baus propone una versión nueva de L'Histoire du soldat (1918) para el Festival de Peralada, donde la escenificación cambia la estructura de los personajes y nos cuenta, con el mismo texto y unas pocas añadiduras, una muy compleja relación entre el protagonista, la muerte, el dolor y el olvido, que finalmente, son él mismo.
Interesantísima puesta en escena llena de los efectos visuales propios de la Fura, con un solo actor (Sébastien Dutrieux) y varios figurantes, que llenan el espacio definido por la ya tradicional tecnología visual de la Fura, limpio, de formas puras y cuyo único posible defecto sea el exceso. Un espectáculo de estética muy limpia y cuidada, con una visión mucho más pesimista que el original, y que quizá por ello podemos mencionar su mayor defecto: su divorcio con la propuesta musical.
La escena y la música no tienen el mismo tono, mientras Stravisnky propone un tono mucho más lúdico, festivo e irónico, el montaje escénico va hacia la tragedia y la desesperanza. Lo cuál hace que no se llegue a tener un mundo compacto y un resultado uniforme. La música se vuelve una manera de unir escenas, un comentario al margen, no una atmósfera tonal propuesta y nunca tiene el protagonismo con que fue concebida.
La naturaleza propia de la obra es un género muy poco trabajado por compositores y libretistas. No se trata de un ballet, ni de una ópera, sino uno de los muchos experimentos que hizo Stravinsky con los granes colaboradores de su tiempo, para relacionar la palabra, la acción y la música. en muchas ocasiones el propio autor en sus memorias habla de su decepción porque la imagen no llega a reflejar la complejidad de su partitura, en este caso, pareciera que la música fue la que quedó al margen. sin embargo, no se pude dejar de admitir que es una propuesta propia, única e interesante, como lo debe ser la escena musical de nuestros días.
