Solo per a tots els públics, coreografiat i executat per Akira Yoshida, un jove ballarí navarrès d'ascendència japonesa que ha arribat a la dansa contemporània partint del breakdance i el llenguatge de la cultura urbana vinculat amb el Bboying, que li ha permès desenvolupar una expressió molt personal. En aquesta peça breu, l'intèrpret fa una mirada enrere, a la recerca de la seva essència com a individu. Un trajecte farcit d'experiències viscudes que el porta de nou a casa seva, a la seva teòrica zona de confort.
Una oportunidad de lujo en Fira Tàrrega 2018, en el ámbito de las danzas urbanas, ha sido poder ver Akira Yoshida, joven navarro de break-dance. Ha presentado una pieza corta de título explícito: Home, una mirada introspectiva sobre su origen personal. De ascendencia japonesa y formado en Bboying, ha querido conjugar dos tradiciones que se antojan bien alejadas: la cultura popular surgida en los barrios periféricos de Nueva York en el último cuarto del siglo XX; con el imaginario de las costumbres orientales. Esa aproximación se ha conjugado con trazos de danza contemporánea, como si ese hallazgo permitiese una síntesis perfecta: la tensión física del hip-hop, con sus expresiones duras y comprometidas; el acento sensible, casi tierno del arte japonés actual; y las líneas estables, casi rutinarias, de la danza más moderna.
Hay un intenso trabajo de investigación que Akira Yoshida ha ido desarrollado poco a poco, que incluye un periodo de formación en la SEAD (Salzburg Experimental Academy of Dance). Ese tránsito desde el Bboying hasta los planteamientos actuales está, como todas las circunstancias vitales, repletos de pequeños instantes, detalles, decisiones y proyectos. Es ahí en donde ha querido poner el acento en esta pieza, en un regreso emocional hacia una identidad poliédrica como es la suya.
El resultado es brillante: despliega una sensibilidad acentuada rodeado de un lenguaje fuerte e intenso. Se mueve en la lógica del gesto corrosivo e impetuoso, con la misma facilidad con la que expresa fragilidad. Y su baile acaba siendo otra cosa: ni una ni otra tradición, más bien un instrumento, una casa propia a la que invita a su público con la ilusión propia de quien enseña a los demás lo más apreciado que uno tiene: un espíritu cosmopolita de raíces profundas y ramaje libre.