Des que Javier Camarena debutà l’any 2007 a l’Òpera de Zurich, el seu nom ha anat sonant cada vegada amb més força als teatres d’òpera més importants d’arreu del món, causant un veritable furor. Considerat un dels tenors lírics del moment i un referent belcantista, les seves interpretacions de gran virtuosisme i dificultat, han conquistat milers de melòmans amb la bellesa del seu cant. Les seves actuacions i interpretacions de compositors operístics rellevants com Donizetti, Rossini, Mozart i Verdi, fascinen al públic per la seva enorme agilitat vocal, per una gran musicalitat i pels seus incommensurables aguts i sobreaguts. El tenor mexicà de veu d’or, debutarà al Festival Castell de Peralada amb un recital a l’església del Carme acompanyat pel mestre Ángel Rodríguez al piano. Una vetllada imperdible d’alt voltatge.
"Fenómeno" es una palabra de diversas acepciones, hoy me gustaría usarla en el sentido más científico y filosófico de su significado: Una manifestación de sucesos observables y analizables que conforman un caso de estudio. El fenómeno Camarena es esto, una sucesión de aspectos que crean una experiencia única pero tiene la dificultad enorme de exigir un sobre esfuerzo si se quiere conserva la objetividad en el análisis. ¿Cómo controlar la emoción que hace a los espectadores saltar de su butaca al final de cada concierto o en cada presentación para reflexionar sobre lo que se está escuchando? Hoy me he propuesto hacer un análisis del trabajo de este artista y de su pianista acompañante (otro intérprete muy notable), pero dada la dificultad de alcanzar la objetividad, pido de antemano la comprensión del lector.
Difícilmente encontraremos un tenor con mejor técnica vocal en nuestros días. La homogeneidad del color en todo el registro (que además es muy amplio), con un paso de la voz que nunca notas, una emisión perfecta que hace correr la voz por todo el recinto, un timbre precioso que se conserva en los agudos que siempre tienen el brillo exacto, son las características de una técnica vocal perfecta que hermana a este tenor con los mitos de la tradición italiana. Los agudos imposibles dados con toda naturalidad y terminados en filados a pinísimos, son muy impresionantes, nadie puede negarlo, pero cuando cada frase tiene la emisión, el color y el brillo perfectos, es cuando más impacta.
A pesar de que el aspecto técnico es muy sorprendente, es en el interpretativo donde Camarena tiene las mayores armas para enamorar al público: el fraseo perfecto, el respeto al estilo, la claridad de la pronunciación en todos los idiomas, pero, sobre todo, en el hecho de que no hay una sola nota en su concierto que no tenga sentido dramático o emotivo, es lo que realmente nos conmueve a todos los que lo escuchemos, sepamos o no de ópera, nos guste o no lo que interpreta.
La cuestión principal es que esos dos aspectos, fundamentales en el cantante de nuestros días y que el tenor mexicano domina perfectamente, no son todos los elementos que forman el fenómeno Camarena; hay una parte de innovación, de aportación propia que tanto él como su pianista Ángel Rodríguez logran en este tipo de actuaciones y que, en efecto, los hacen intérpretes fuera de lo común.
Por un lado tenemos la relación que establecen entre ellos, con una complicidad que solo puede construirse con años de trabajo conjunto, donde el pianista respira, dialoga y apoya al cantante mucho más allá de lo meramente escrito en una partitura. Una piedra preciosa no es una joya hasta que no está engarzada en oro, el papel del pianista acompañante no ha sido valorado cabalmente, pero los cantantes mismos saben que es absolutamente fundamental en la creación de esta intimidad que se establece con el espectador en un recital a piano. Por el otro lado, la selección de un repertorio que anda por caminos poco conocidos, muy difíciles y muy exigentes, denotan un riesgo que pareciera innecesario, pero que marca una profunda diferencia. El rescate de un compositor como Manuel García (1775-1832), que asombra por su diversidad, complejidad y sentido del humor, mezclado con las arias que Camarena ha cantado en los teatros de todo el mundo, hacen que el recital sea mucho más que un repaso de los éxitos del tenor: Nos enseña, nos divierte, nos comparte nuestra tradición operística iberoamericana y, por lo tanto, nos enriquece.
Como espectadora he notado que los grandes artistas escénicos sean actores, cantantes o bailarines, logran que los espectadores sientan que actúan sólo para ellos, o simplemente, que se es un privilegiado por estar ahí, disfrutando ese espectáculo, pero cuando, además, logran que lo que has escuchado desde tu infancia te suene como si lo oyeras por primera vez o, por el contrario, que piezas que no conozcas las sientas como tuyas, es cuando la ópera deja de ser efímera y se queda para siempre en cada espectador. Eso, desde mi personal punto de vista, es el fenómeno Camarena.