Siempre es una alegría ver montajes jóvenes de óperas antiguas. La visión que renueva nuestra herencia operística la acerca al espectador contemporáneo y nos demuetra lo viva que está la ópera en nuestros días.
Lo speziale (1768), es una de las obras menos conocidas de Josep Hayden (1732-1846), en parte porque algunos fragmentos de su partitura no han llegado a nosotros y fueron revisados por otros compositores. Además, por otra parte, porque nos sobrevivieron al cambio del gusto del público de la ópera en el siglo XIX.
Encantadora y divertida, esta obra guarda la atmósfera lúdica típica de Carlo Goldoni (1707-1793) el mítico dramaturgo italiano, que tanto influyó en la dramaturgia barroca. Su libreto plantea una comedia de enredos, alrededor de una joven casadera a la que pretenden tres hombres, entre los que se encuentra su propio tutor, un farmacéutico.
Estamos frente a una típica ópera buffa del siglo XVIII, con melodías hermosas, dificultades técnicas importantes para sus intérpretes y una historia divertida, que puede ser una de las opciones más agradables para el espectador contemporáneo.
En este caso,la producción MetrÒpera de Tarragona apostó por protagonistas trasvestidas (referencia a los castrati que interpretaban el siglo de su composición los personajes masculinos), por una escena limpia y una puesta en escena desenfadada, joven y dinámica.
El elenco era bastante homogéneo, aunque se ve que son cantantes en proceso de resolver problemas técnicos como la afinación precisa o la claridad en las coloraturas, su trabajo en conjunto es muy destacable, sobre todo si se toma en cuenta el reto interpretativo que plantea este compositor. Voces lindas, buena pronunciación y compromiso con el trabajo, es lo que se plasma en el escenario de este montaje dirigido musicalmente por Xavier Pagés- Corella.
La puesta en escena firmada por Ramón Simó, que incluye un rompimiento al tiempo real de la representación, es un acierto en todos los sentidos, porque logra mantener le interés del espectador, cuenta la historia y muestra las mejores dotes actorales de todos los intérpretes.
Es evidente que si se sigue trabajando en esta línea, el proceso de formación profesional de estos jóvenes será muy interesante de seguir y el repertorio de la ópera de pequeño formato dejará los títulos comunes para desenterrar estas pequeñas joyas casi olvidadas.
El teatro Akadèmia, con este tipo de trabajos hace una gran labor. Primero, porque permite a los espectadores a acercarse a un repertorio muy valioso, pero que casi nunca se puede oír en directo y con puesta en escena; segundo, porque permite a los jóvenes intérpretes tener experiencias muy importantes para su formación, asegurando asi un futuro promisorio para la ópera en Cataluña.
Esperemos que sigan dando funciones y que en un futuro estos montajes sean más frecuentes.
