Saba és la traducció escènica d’aquells versos de Machado cantats per Serrat que diuen que fem camí caminant. El procés creatiu passa sovint per no saber exactament què es busca i identificar les troballes quan arriben. La clau és el pas del temps, estar atents i obrir-se a la possibilitat que algú ens acompanyi. Aquesta és l’espina dorsal d’un projecte que suma l’experiència creativa de la coreògrafa Lali Ayguadé, fixa ja a Temporada Alta, amb les de l’escenografa Xesca Salvà, el creador sonor i multiinstrumentista Josep Baldoma o dos ballarins com Diego Sinniger i Nicholas Ricchini, tots amb curiositat experimentadora, bagatge internacional i molt de camí fet.
El
hombre y su sombra también forma parte de las reflexiones a las que
Antonio Machado dedicó parte de su poesía. Para ejemplificarlo, ahí
tenemos ese recuerdo de su infancia en los campos de Castilla o el
famoso fragmento del caminante para quien lo importante no es otra
cosa que las estelas en la mar que deja en su andar. Presente y
pasado se entrecruzan en ese exilio que no es solo entierro
definitivo lejos del hogar, sino sobretodo lucha fratricida, dolor y
memoria de un tiempo que soñó distinto y sobre el que recrea
palabra y sentir, muy especialmente en los años en los que debió
dejar atrás su país.
Es
sobre lo que las raíces absorben y transportan hasta la copa de los
árboles, la "Saba" del título de la pieza que coreografía
Lali Aiguadé, que se construye esa nueva identidad dual: ser del
aquí, presencia que dibuja el bailarín Diego
Sinniger
con una precisión, flexibilidad, belleza y magnitud danzada; frente
a todo aquello que su sombra proyecta a su lado, condiciona, limita y
transfigura en nueva realidad, un personaje que defiende con
elegancia, prestancia, determinación y singularidad el bailarín
Nicholas
Ricchini
.
Y
con todo ello, también Lali Ayguadé regresa a un planteamiento
coreográfico que conoce bien, que sabe contextualizar sobre su
propio cuerpo y que ha transmitido a estos bailarines de una manera
clara y veraz. En su propuesta, no se trata tanto de generar
infinitos universos significativos, como de transmitir una idea
fuerte y contundente con la que poder llevar la danza al límite de
su propia expresividad.
Magnífica
y sensible pieza, en la que solo la música queda algo lejos del
nivel general por resultar excesivamente ritual y a la que, quizás,
unos versos del propio Machado hubieran podido acompañar. "A un
olmo viejo" los más pertinentes en este caso:
"Mi
corazón espera
también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro
milagro de la primavera."