Sun & Sea

Nous formats | Òpera

informació obra



Autoria:
Vaiva Grainytė
Direcció:
Rugilė Barzdžiukaitė
Direcció Musical:
Lina Lapelyte
Sinopsi:

De Lituània, la versió escènica de la instal·lació-òpera-performance sobre la crisi climàtica de Rugilė Barzdžiukaitė, Vaiva Grainytė i Lina Lapelytė, que va rebre el Lleó d'Or de la Biennal d'Art de Venècia 2019.

En una platja de sorra il·luminada per un sol artificial, gent en banyador gaudeix d’un típic dia de platja. Prenen el sol, llegeixen, juguen i conversen mentre el públic circula per una passarel·la i els observa des de dalt. Aquesta situació totalment banal i quotidiana es transforma quan irromp la música. Les cançons destapen un seguit de preocupacions, tant individuals com col·lectives: de la pell cremada per exposar-se massa al sol a la por d’una catàstrofe mediambiental. Gradualment, les frívoles microhistòries deixen pas a qüestions molt més serioses i les cançons individuals, a un cor universal que s’adreça a neguits d’escala planetària. 

Sun & Sea és la versió escènica de la instal·lació-òpera-performance presentada pel pavelló oficial de Lituània a la Biennal d’Art de Venècia del 2019. El projecte de Rugilė Barzdžiukaitė (directora de cinema i teatre i artista plàstica), Vaiva Grainytė (escriptora, dramaturga i poeta) i Lina Lapelytė (música i compositora), va guanyar el Lleó d’Or a la millor participació nacional. La proposta és una crida crítica contra la crisis climàtica que combina la instal·lació artística i la performance teatral. 

Sun & Sea és la segona col·laboració entre tres artistes. La seva òpera contemporània per a 10 caixers, sons de supermercat i piano Have a Good Day! -creada entre el 2011 i el 2013 i que continua de gira- va guanyar més de 6 premis europeus. Ha girat per més de vint festivals i s'ha adaptat per a la BBC Radio 3 i la Ràdio Nacional de Lituània.

Crítica: Sun & Sea

21/10/2022

Plácida felicidad cantando sobre la arena de una Tierra exhausta

per Imma Fernández

La original propuesta de las lituanas Rugilé Barzdziukaité (dirección), Vaiva Grainyté (libreto) y Lina Lapelyté (dirección musical) sorprende desde que se entra en la Sala Fabià Puigserver del Lliure, reconvertida en una playa de arena repleta de veraneantes en bikini o bañador, con todos sus bártulos desperdigados por el recinto, que se observa desde una balconada por la que el público se puede mover libremente. Una sonrisa se dibuja de inmediato en los espectadores, que asisten curiosos a un colage de escenas playeras salpicado de canciones que interpretan los artistas, tumbados sobre toallas o recostados en tumbonas. Cantan muy bien –de la ópera al pop-, con el añadido de la dificultad de las posturas en horizontal, y el primer reto para el espectador, que observa la ficción cual criaturas en un zoo, es localizar a los solistas. Hacen también coros y seis figurantes locales se añaden a la compañía.  

En una esquina, unos contenedores para el reciclaje; una primera pista de que esto va de la crisis climática. Los veraneantes hablan entre ellos, aunque no se les escucha, y dibujan historias que animan a detener la mirada. Somos una sociedad de ‘voyeurs’ y el microcosmos que se nos exhibe es variopinto, en edades, razas y fisonomías (gordos y delgados), con niños, parejas, amigos, familias... y un perro muy manso y silencioso. Juegan, leen, conversan, comen, beben, se entretienen con el móvil, escriben, se levantan y salen de escena para supuestamente darse un chapuzón y comprar bebidas. Rutinas habituales de una playa del norte de Europa –sin masajistas ni vendedores de latas o pareos ni música a toda potencia- . Aquí todo transcurre plácidamente sin ningún elemento que altere la calma –ni siquiera el perro ladra- transmitiendo una intensa sensación de paz y felicidad.  

El leitmotiv de la pieza aparece en las letras de las canciones –lástima que no hay sobretítulos, solo un libreto de mano- que aluden con ironía a una Tierra exhausta. Son las canciones las que conectan el hedonismo de la instalación –el vistoso mosaico de toallas y veraneantes- con el apocalipsis del cambio climático. Hablan del hotel y los submarinistas torpes que destrozan la barrera de coral australiana, de la madre pudiente que alardea de que su pequeño se ha bañado en los mares de medio mundo, del hombre que engulle gambes para paliar el dolor de un tumor aunque predica el crudivorismo, de la erupción del volcán que cambió la vida de un joven, del plátano originario de Suramérica que acaba en la otra punta del mundo, del mar que ahora es verde como el bosque, lleno de algas tumefactas y restos de peces... Se perfilan algunos personajes, como el adicto al trabajo, un orondo señor que se cuece al sol mientras su mujer le va embadurnando de la contaminante crema solar o las dos hermanas gemelas que expresan en un aria el llanto por la desaparición de los arrecifes de coral.  

Las creadoras pretenden hacernos reflexionar sobre las paradojas que estamos viviendo. Y la primera de ellas son las 30 toneladas de preciosa y pulida arena procedente de Tarragona. Arena como la de algunas playas griegas en las que, acertadamente, te multan si te llevas una pizca.  

La instalación-performance-ópera, premiada en la Bienal de Arte de Venecia 2019, tiene como principal hándicap en su concepción de propuesta escénica el idioma -la fuerza de las canciones se pierde en la lectura-. A buen seguro que algunos espectadores, sin buen nivel de inglés y perezosos con el libreto, se quedaron en la primera capa. Una vistosa y amable instalación de escenas playeras. Un mosaico de plácido hedonismo y felicidad.