Łukasz Twarkowski, un dels artistes més renovadors de l’escena polonesa, adapta aquesta novel·la de ciència-ficció de l’escriptora danesa Olga Ravn. Una immersió multisensorial sobre què significa ser humans a l'era de la IA.
Novel·la finalista de l’International Booker Prize 2021.
Al segle XXII, en una nau espacial a milions de quilòmetres de la Terra, treballen junts humans i humanoides. Les seves relacions canviaran quan entrin en contacte amb alguns objectes.
L’obra explora la naturalesa de la consciència humana a través del seu reflex en una contrapart, millorant aquella estranyesa particular que experimentem quan ens enfrontem a un altre similar a l’humà. Quina naturalesa té l’emoció? Pot experimentar estats subjectius o sentir, un algoritme? Un sentit del jo creat artificialment és una amenaça potencial per a l’espècie humana? Pot tenir ànima, una màquina? Gràcies l’ús de la imatge cinematogràfica, combinant una instal·lació performativa amb l’acció teatral, i amb la construcció de tensió entre realitat i fantasia, es presenta el lloc comú dels grans treballs de ciència-ficció no a través del discurs intel·lectual, sinó per immersió en una intensa experiència multisensorial.
Las posibilidades de la inteligencia artificial abren un futuro inimaginable que la escritora danesa Olga Ravn explora en ‘The employees’, una distopía de ciencia ficción sobre las relaciones y los conflictos entre humanos y humanoides. En manos del director polaco Lukasz Twarkowski, artífice de un renovador y poderoso lenguaje multimedia, la obra alcanza una dimensión estratosférica. Con el público a cuatro bandas rodeando lo que se supone es una nave espacial, cubierta de pantallas, el reputado creador nos propone un viaje inmersivo que atrapa al espectador desde el primer momento con su hábil despliegue de imagen, sonido y acción. Hay pausas de tres minutos en las que se invita al público a cambiar de lugar y perspectiva.
Twarkowski, que trabajó de videoartista de Krystian Lupa, exhibe su magnífico dominio de las nuevas tecnologías al servicio de un drama que nos habla de un futuro lejano para entender y tomar conciencia de nuestro presente. Con una narrativa disruptiva, se suceden fragmentos de entrevistas con la tripulación –compuesta de humanos y humanoides, similares en el aspecto- , y escenas de sus interacciones en las rutinas diarias. Juntos investigan los efectos de unos extraños objetos. Una voz en off –la misteriosa organización de la expedición- les ordena e interroga, sometiéndolos a una fría y férrea disciplina, ante la que se rebelarán.
Las acciones de los tripulantes, que transcurren en el interior del cubículo y son poco visibles, se reflejan en las imágenes proyectadas en las cuatro caras de la nave. Hay que destacar la habilidad de los dos cámaras que se introducen en el laberíntico habitáculo siguiendo a los magníficos intérpretes, muchas veces marcha atrás, para hacer los ‘travellings’. Este recurso, habitual en el currículo de creadores como Agrupación Señor Serrano y Christiane Jatahy, aquí alcanza excelentes cotas de dramatismo y emoción, apoyados en la inquietante atmósfera creada por la música y la iluminación. Una película filmada en directo que en los últimos apabullantes 20 minutos se convierte en una de terror, con cuchillo amenazante disparando la tensión y el caos.
A la sugerente deconstrucción de narrativas, Twarkowski suma el interés por relacionar la realidad, lo simbólico y lo imaginario con su fantástica maquinaria escénica. Todo encaja en una obra que plantea interesantes enigmas, alguno ya propuesto en ‘2001: una odisea en el espacio’ y otras futurísticas ficciones. Temas que la inteligencia artificial debería tener ya en la agenda y que apelan a nuestra condición humana. En la novela de Ravn, los robots pretenden desarrollar las mismas sensibilidades y sensualidades que los seres humanos y conquistar sus corazones y sus camas. ¿Qué pasará si los androides exceden las posibilidades esperadas por sus programadores? ¿Serán una amenaza? ¿Pueden llegar a convertirse en humanos? ¿Qué significa ser humano? ¿Qué es la conciencia? ¿Cuál es la naturaleza de la emoción?
Los interrogantes se suceden en escena y en el espectador, abducido por un mundo tan inquietante como hipnótico. “Puede ser que haya sido hecho, pero ahora me estoy haciendo yo misma”, declara una máquina, dispuesta a cruzar las fronteras e intimar con una tripulante humana. La relación que se establece entre ellas –la nacida y la fabricada- emociona, al igual que emocionaron en su día Rutger Hauer, Haley Joel Osment, Robin Williams o hasta Wall-e. Las caricias y las lágrimas en primer plano alcanzan uno de los puntos álgidos de la pieza. Una atracción prohibida que se repite en otra pareja, junto a otros apuntes como la nostalgia por la lejana Tierra, ya aniquilada, y por la naturaleza, y algún momento cómico cuando los focos empiezan a hablar entre ellos. Una impactante experiencia multisensorial que nos conduce al teatro del futuro.