Tosca. Rafael R. Villalobos

informació obra



Direcció:
Rafael R. Villalobos
Sinopsi:

Floria i Mario, són dos d’enamorats que defensen el seu amor en llibertat, però la gelosia d’ella trobarà un tràgic final pel trio protagonista com a conseqüència de l’asfixia de la religió i l’aparell polític. La por a Déu com a eina de dominació política i de manipulació social en un drama on la música subratlla la psicologia dels personatges.

Estrenada a Roma l’any 1900 (i el 1902 al Liceu), Tosca retrata com pesen les sospites d’una prima donna sobre el destí del seu amant. Una heroïna immortal que és femme fatale de fin de de siècle, però també estereotip de la dona moderna compromesa, s’enfronta a Scarpia, que, com a cap de policia, és punitiu i sàdic, però amb una debilitat obsessiva: la diva. Els acords demoníacs que obren l’òpera seran el leitmotiv dels intercanvis violents del segon acte.

En aquesta nova producció estrenada a La Monnaie i coproduïda pel Gran Teatre del Liceu, entre d’altres, el director espanyol Rafael R. Villalobos posa en relleu la pressió política, moral i social sobre el públic combinant-t’ho amb l’univers opressiu que va viure Pier Paolo Pasolini (assassinat perquè se’l considerava enemic del govern) i els turments personals de Caravaggio revisitats per Santiago Ydáñez.

Aquesta pressió, que el Vaticà exerceix urbi et orbi, fa que els personatges de Tosca siguin autèntiques marionetes. Com podran mantenir les seves creences intactes quan tot el que tenen al seu voltant està contaminat de corrupció i despotisme? Com reaccionarà Floria Tosca quan la línia entre poder pervertit i dogma religiós es torni massa porosa? El seu salt al buit no només serà físic, sinó una sortida necessària per mantenir-se autèntica i lliure. Horror i devastació confrontats amb la bellesa.

En un moment de dubte i fragilitat, Scarpia crida: “Tosca, mi fai dimenticare Iddio!”. Qui no ha oblidat en algun moment qui és?

Crítica: Tosca. Rafael R. Villalobos

24/01/2023

¿Qué nos escandaliza de verdad?

per Enid Negrete

El pasado 20 de enero tuve el honor de asistir a la función de la polémica producción de Tosca firmada por Rafael Villalobos.

La prensa y los comentarios en general me había prevenido de un montaje irreverente, que incluía desnudos, escenas que no existían en el libreto original y, lo peor, música no escrita por Puccini (esto puede ser quizá el extremo de lo insoportable para a un amante de la ópera).

Lo que yo vi fue una producción cuidada y de formas puras, no siempre coherente, pero que hacía aún más interesante el papel de Scarpia, integraba de soslayo la historia Passolini y nos permitía centrar la acción en los protagónicos al sacar al coro de escena. Me sorprende sobre manera que en pleno siglo XXI sigamos escandalizándonos por lo que pasa en el escenario, ¿Qué tipo de sociedad somos que no podemos soportar la innovación o la expresión personal?

El primer acto incluyó algunas de las frases más impresionantes que Sondra Radvanosky es capaz de crear con esta partitura. La verdad es que la capacidad técnica e interpretativa de esta artista nunca deja de sorprendernos. Este papel lo hemos visto con ella en el propio Liceo hace no mucho tiempo y la evolución que ha conseguido, desde la concepción del personaje, hasta la capacidad técnica de su interpretación, sigue siendo uno de los privilegios con los que cuenta la ópera del siglo XXI.

El segundo acto comienza con una escena escrita por el director, inconexa con el libreto de Giacosa e Illica, pero relacionada con la concepción general de Villalobos: la represión en Italia no tuvo lugar solo con el imperio austrohúngaro. La represión italiana de los años setenta contra intelectuales como Passolini o Dario Fo, fue un escándalo acallado políticamente. Villalobos busca un puente entre ambas historias y sinceramente, es una propuesta completamente válida.

Ahora, ¿Qué escandalizó tanto al público del Liceo con esta escena? ¿Que mostrara a una pareja de homosexuales ligando? No puedo creer que a estas alturas de la historia estemos pensando en esta posibilidad en un país europeo. ¿Que no hubiera sido escrita por Puccini? es lo más probable, ya que esos fueron lo gritos de reclamo.

La platea del Liceo se volvió un estadio de futbol. La gente gritaba, se contestaba, otros mandaban callar, encendían la luz de los móviles para manifestar sus protestas, mientras los dos actores continuaban con su escena sobre el escenario. ¿Cuándo volvimos al siglo XVIII? los espectadores de ópera ¿Hemos evolucionado? ¿Dónde estaba la ofensa? una señora sentada junto a mi me dice: "Esto no es lo que hubiera querido Puccini" ¿Cómo lo sabe? Hace 100 años que murió, ¿en qué se basa? La ofensa parece personal por la rabia con la que me reprime cuando yo aplaudo. ¿No me puede gustar a mi?

El placer escuchar el "Vissi d'arte..." de la Radvanovsky y su, aún más perfecto bis, nos recordó que la ópera sigue teniendo sus momentos de gloria. Los crescendos impresionantes, los filados perfectos, y esa claridad de sonido en el agudo, son las razones de nuestra locura. De nuevo gritos pero ahora de ¡Brava! y un claro "¡Sondra t'estimem!", que la soprano agradeció muy emocionada.

La dificultad de bisar y no borrar la primera impresión de perfeccionismo, lo vimos cuando el tenor Vittorio Grigolo, repitió "E lucevan le stelle...". Un bis originado por una enorme entrega emocional y por una actuación que fue de menos a más a lo largo de la representación. ¡Qué lejos estaba el Scarpia de Željko Lučić de esa perfección técnica que tanto se necesita cuando se trata de una partitura como esta! Poco audible, poco flexible en su emisión, estábamos frente a un barítono muy justo para el papel. El público también se lo reclamó.

Después de esta experiencia, maravillosa en todas sus facetas, hay mucho que reflexionar. Primero, la vocalidad lírica sigue teniendo representantes extraordinarias aunque la gente defienda lo contrario. Segundo, me gustaría saber ¿La libertad creadora no puede existir en un escenario operístico? ¿de verdad la ópera está tan atrasada que todavía se cree que hay una manera de representar a cada compositor en específico? ¿Dónde estamos? ¿Qué nos ofende? ¿La denuncia de una muerte injusta y violenta, la falta de "respeto" a un compositor o la libertad de representar con una propuesta personal un compositor muerto hace 100 años? En realidad ¿Qué nos escandaliza?