Aquest espectacle neix de la necessitat d’agrair als artistes tot el que ens han donat i ens donen a través del seu art, ens deixen una flama que mai no s’apagarà i ens donen lliçons que marquen un abans i un després al nostre món especial del flamenc i, humilment, a les nostres carreres i a les nostres vides.
Voces és una obra flamenca tipus concert amb un fil argumental que ens ajuda a representar els diferents pals del flamenc d’una manera especial, amb identitat pròpia i amb detalls que ens porten directament a sentir la connexió amb aquests grans genis.
Seguirilla, taranta, farruca, tiento, soleá, tangos, soleá por bulería, romance, bulería… Pretenem compartir aquesta flama a través del lliurament i el risc del directe, fusionant tradició, llibertat, disciplina, cor, sobrietat, mesura, teatralitat, senzillesa, respecte, admiració, agraïment… no només a l’hora de crear, també en interpretar.
El genial e hipnótico zapateado de Sara Baras convirtió, la noche del miércoles, al Teatro Tívoli en una caja sonora de aplausos, ovaciones y piropos desde el principio de Voces, espectáculo con él que la bailaora gaditana volvía a Barcelona. Al finalizar la velada Baras, emocionada, dio las gracias al público por su entusiasmo y en un acto espontáneo saltó al patio de butacas para abrazar a su admirado director teatral, Luis Pascual, con el que trabajo en María Pineda, y que presenció la función desde las primeras filas.
Me resulta difícil encontrar adjetivos más potentes para describir el rico, versátil y expresivo zapateado de esta artista, que se encuentra en un momento esplendido de su carrera artística ya que a su brillante baile ahora se suma la sabiduría de la madurez. En Voces Baras es de una gran generosidad con su arte, no se mueve del escenario, solo para un cambio rápido de vestuario, durante las dos horas que dura el montaje. Su corazón palpita en cada uno de los golpes de su zapateado de acero.
En este espectáculo la bailaora rinde homenaje a sus desaparecidos maestros, Paco de Lucia, Antonio Gades, Enrique Morente, Carmen Amaya, Camarón de la Isla y Moraito, cuyas fotos forman la escenografía de esta obra. Frente a cada uno de ellas la artista interpreta un palo, mientras se oyen las voces originales de estos maestros opinando sobre el flamenco. En la seguirinya, homenaje a Camarón de la Isla, Baras, bailó acompañada de José Serrano, su pareja en la vida real, entre ellos se creó una complicidad extrema, sus pies entablaron una pugna desgarradora y pasional como la voz de Camarón. El momento culminante de este espectáculo fue cuando, hacía la mitad, Sara Baras interpretó la farruca. Como una diosa entró a matar, su cintura impúdica se quebró en un lento suspiró para tomar aire y entregarse a un endiablado y frenético zapateado, que volvió loca la retina del ojo del espectador. Religiosos, primitivos, disciplinados y voluptuosos sus pies golpearon el suelo en un intenso monólogo que hablaba de sentimientos. Al finalizar este palo todo el público se puso en pie como disparado por un resorte y aplaudió a rabiar.
José Serrano volvió a brillar en la soleá. Mientras que Baras vestida con un traje verde oscuro con flecos se lazó a la soleá por bulerías. Su hermoso braceo y sus precisas vueltas de riñón con el movimiento de los flecos volvieron a enloquecer al público que ya estalló en la bulería final a cargo de toda la compañía. Mención especial merece el magnífico grupo de músicos: Keko Baldomero (director musical y guitarra), Andrés Martínez (guitarra), Rubio de Pruna, Miguel Rosendo e Israel Fernández (cante), Antonio Suárez, y Manuel Muñoz, Pajáro (percusión). El cuerpo de baile fue correcto.