War Requiem

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Sinopsi:

A la primera pàgina, Britten escrivia: “El meu afer és la guerra i la llàstima de la guerra. La poesia està en la llàstima... tot el que un poeta pot fer avui és avisar”.

El War Requiem, pàgina mestra de la literatura musical universal, va ser encarregat amb motiu de la consagració de la nova catedral de Coventry l’any 1962, refeta després de la seva destrucció pels bombardejos de la II Guerra Mundial. El trauma de la guerra i el poder d’una partitura que no ha perdut la seva capacitat de colpir-nos segueixen sent absolutament commovedors. En aquest cas, es tracta d'una proposta amb la direcció escènica del director Daniel Kramer i amb la col·laboració a l'escenografia i els vídeos del fotògraf i artista visual Wolfgang Tillmans. Amb el seu treball amplifica el missatge d’acabar amb totes les guerres que defensava Britten: objector de consciència i pacifista compromès que vivia en un exili americà.

Tot i les àcides burles de Stravinski, el públic ha volgut que, 60 anys després d’estrenar-se, aquesta partitura continuï sent una referència de gran profunditat emocional i moral. Kramer i Tillmans, fidels a aquest esperit inquiet, ens obren una fascinant finestra on les atrocitats de l’home culminen en un món ocupat pel regne vegetal. Davant de la persistència de la violència i la inevitable mort, el triomf de les plantes prefigurat en l’acció del Concert per al Biocè d’Eugenio Ampudia al teatre durant la pandèmia.

Un preciós consol i l’incessant record del vanitas però, alhora, el crit desesperat d’una protesta contra la inhumanitat del mateix home: en la seva consciència, el planeta somnia en el seu propi paradís més enllà de l’home?

Crítica: War Requiem

01/11/2021

Cuando cae la nieve

per Enid Negrete

Cuando se terminó de reconstruir la catedral de Coventry en Birmingham, en Inglaterra, para su reinauguración se comisionó este requiem a una de las figuras más contestatarias y definitivas de la música inglesa. Benjamin Britten (1913-1976), homosexual declarado, pacifista en medio de la segunda guerra mundial y anti monárquico a pesar de haber escrito la ópera con la se conmemoró la coronación de la reina Isabel I, es la figura más importante del siglo XX en la música inglesa y uno de los bastiones de la ópera moderna. Siempre transitando caminos no comunes, su trabajo fue innovador tanto en estructura como en conceptualización. Este Requiem, por supuesto, no es la excepción.

Dadas estas características el hecho de que se proponga una forma nueva de interpretar esta obra, haciendo referencia al mundo teatral tan próximo al compositor, es un gran acierto. Impactantes imágenes, llenas de dolor, de cuestionamientos sobre si realmente la guerra sirve de algo o qué es la muerte de un héroe, acompañaron esta partitura, logrando interesarte en el escenario en todo momento.

La ejecución tanto por el coro de niños de VEUS - Cor Infantil Amics de la Unió como del coro del Gran Teatro del Liceo de Barcelona, fue de altísimo nivel. La orquesta hizo un gran trabajo bajo la batuta de Josep Pons, con una partitura muy difícil, de la que nos dejaron escuchar todo el entramado de texturas y matices, de emociones íntimas y explosivas por igual.

Muy interesante que hayan tratado de repetir los deseos del compositor de tener un tenor inglés, un barítono alemán y una soprano rusa para hacer de esta obra un acto de reconciliación entre las naciones enfrentadas durante la segunda guerra mundial.

La parte de tenor fue escrita para Peter Pears, como todas las obras de Britten, y se reconocer que Mark Padmore, tiene una voz y una forma de emitir muy parecida a las del desaparecido tenor también inglés. Se debe resaltar su ejecución del fragmento Move him into the sun (Llévalo hacia el sol), uno de los momentos más memorables de la noche.

La voz del barítono Matthias Goerne potente y timbrada fue uno de los pilares de las partes más impresionantes de este Requiem.

La soprano Tatiana Pavlovskaya posee una voz redonda y aterciopelada, con un fraseo que hizo de su parte una de las más emotivas de la función. Este papel está escrito para una soprano de peso, más cercana a la lírico spinto, para dar fuerza y dramatismo a textos como: "Cuando el juez tome asiento todo lo que está oculto aparecerá: Nada quedará sin venganza" , característica que la Pavlovskaya, cumple con creces.

No puede considerarse esta función más que como una gran noche, donde se hizo, de un acontecimiento terrible de la historia una obra extraordinaria. Lo que nos recuerda que en la vida pasan cosas así: Cuando cae la nieve, en una bella avalancha, imparable y terrorífica por igual, lo único que nos salva es la risa, el movimiento, la música... el arte.