El debut sorprenent de Wim Vandekeybus amb la seva companyia Última Vez l’any 1987 va sacsejar el món de la dansa. A Nova York, Vandekeybus i els compositors Thierry de Mey i Peter Vermeersch van rebre el prestigiós Bessie Award per la seva “confrontació brutal entre la dansa i la música: el paisatge combatiu i perillós de What the body does not remember”.
Ara l’espectacle torna a girar mundialment amb uns altres intèrprets, 25 anys després d’haver-se presentat amb un gran èxit al Mercat de les Flors. La coreografia original de Vandekeybus es mou per la perillosa línia que separa l’atracció de la repulsió. De vegades, el resultat és la confrontació, primer entre dos ballarins, després entre dos grups, entre els ballarins i la música (sin coma) i entre els ballarins i un intricat i fascinant joc de línies. Però, sobretot, és una explosió d’agressivitat, por i perill.
La compañía Última vez de Win Vandeybus volvía al Mercat de les Flors con la obra que les dio a conocer hace veintiocho años, What the body does not remember, la expectación que había despertado esta actuación tenía su morbo, ya que el público, que suele ir a este espacio escénico y que se ha convertido en un especialista en danza contemporánea, quería saber si el tiempo había dañado esta obra, que en su momento había revolucionado la el mundo de la danza contemporánea. El espectáculo del creador belga superó la prueba ya que la noche del jueves demostró que la brutal y novedosa confrontación entre danza y música que destila la obra se mantiene intacta gracias a la riqueza coreográfica del baile y a la atractiva música de Thierry De Mey y Peteer Vermeersch.
Cuando en marzo de 1988 llegó este espectáculo al Mercat no cogió por sorpresa a su público, en Barcelona en ese momento ya se habían visto excelentes espectáculos de danza contemporánea, en ese mismo año la compañía de Pina Bausch había presentado En las montañas se oyeron gritos y el grupo canadiense La La La Human Steps había ofrecido New demons, por citar a dos y nuestros grupos de danza contemporánea estaban en plena ebullición, Mudances había estrenado Kolbebasar, Danat Bajos cantos rodados hay una salamandra y Gelabert-Azzopardi estaba a punto de estrenar Belmonte, es decir que ya se tenía una experiencia como espectadores de este tipo de espectáculo. Lo que hizo que se apreciara en su justa medida la belleza agresiva y feroz del baile de Vadekeybus. Una única salvedad sería que la agresividad de What the body does not remember en la actualidad queda amortiguada por espectáculos recientes más provocadores, como son, por ejemplo los de la compañía también belga, Ballets C de la B
En nuestra ciudad a lo largo de estos años se han visto otros espectáculos de Vandeybus como, Le poids de la main, 7 for a secret never to told, Blush, In spite of wishing and waiting, Spiegel y nieu-Zwart en la que se ha ido viendo cómo ha evolucionado el mundo creativo de este artista, sus espectáculos se han convertido en obras multidisciplinarias en que el cine, el teatro y la música en directo forman parte de un todo. En cambio su primera obra es baile desnudo y puro, y esto tiene su encanto.
En el año 2009 el coreógrafo decidió renovar totalmente la plantilla de Última vez y escogió bailarines más jóvenes para dar nueva energía a la compañía y son estos bailarines los que ahora recalan hasta mañana domingo en el Mercat. Estamos ante unos magníficos intérpretes y consumados acróbatas, que estremecen y fascinan por el brillante, aéreo y salvaje baile que realizan. Una tormenta de baile marcada por los saltos al vacío, las caídas y el expresivo diálogo cuerpo a cuerpo. La energía arrolladora es su motor. Las figuras se construyen y destruyen a una velocidad vertiginosa. El juego con los ladrillos es de una precisión matemática. Los bailarines tienen una fuerte personalidad escénica marcada por la rudeza, su gesto está dominado por la brusquedad, la caricia existe, pero es tenue. A lo largo de los ochenta minutos que dura What the body does not remember, el coreógrafo intercala fragmentos tranquilos para que el espectador tome aire, curiosamente éste se aburre, ya que desde el principio de la obra el autor le ha subido a una montaña rusa de la que le cuesta bajar.
La minimalista y posmoderna música de De Mey y Vermeersch repleta de sensaciones forma junto con el baile una unidad indestructible. Vayan al Mercat, What the body does not remember es imperecedera.