Al segle XVIII, la llengua francesa tenia com a ambaixadora més important l’actriu Adrienne Lecouvreur: sobirana de les tragèdies de Voltaire, dels versos de Racine i Corneille, i de la declamació cantada de la Comédie-Française.
La seva vida es va fer curta, ja que la va sobrevenir la mort als 38 anys. La seva relació amorosa amb el mariscal Maurici de Saxònia va activar la gelosia de la duquessa de Bouillon i, a continuació, es va produir un misteriós accident, en què la llegenda va voler que un ram enverinat, ofert per la seva rival, fos el causant de la seva mort. La gelosia, causada per unes fissures impossibles de curar, és el poderós vehicle que desencadena aquesta tragèdia. El rebuig de l’Església a fer-li un enterrament cristià va commoure la societat de l’època.
La ópera de Federico Cilea (1866-1950) y la única de su producción que se representa constantemente, está basada en un personaje real.
¿Quién fue Adriana Lecouvreur? Se trata de una actriz francesa, (1696-1730) perteneciente a la Comedia francesa desde 1717, famosa por ser una gran intérprete de obras de Corneille, Racine y Voltaire. Tuvo una muerte misteriosa quizá relacionada con su relación amorosa con Mauricio de Sajonia y con la prometida de éste, María Carolina Sobieska, duquesa de Bouillon, relación que no ha podido confirmarse.
Su impacto en la sociedad pre revolucionaria es realmente profundo. En medio del caos que vivía Francia, esta mujer se convierte en el ideal del sector femenino de la población y en el centro de las pasiones del masculino.
Adriana, además de su intérprete, fue amiga muy cercana de Voltaire y otros intelectuales de la ilsutración francesa. Al parecer muere envenenada y, como con todo el gremio teatral, la iglesia impidió que se enterrara en tierra consagrada por ser actriz.
Esta historia siempre ha despertado mucho interés, se han hecho al menos seis películas, dos óperas, una obra teatral y un poema sobre su vida. Ha sido interpretada por Sarah Bernhard y Joan Crawford en la gran pantalla, así como algunas de las cantantes de ópera más famosas de los dos últimos siglos.
En esta ocasión, David McVicar nos hace viajar a los desahogos del teatro del siglo XVIII, ver y vivir los camerinos de la antigua Comedie Francaise -con toda su miseria y vitalidad- para ser parte tanto de la vida teatral como de la hipocresía de la sociedad de la época. Una muy acertada producción y dirección escénica, que aunque sea realista, es imaginativa e interesante en todo momento. Estupendo vestuario de Brigite Reiffenstuel, hermosa iluminación de Adam Silverman y una interesantísima escenografía de Charles Edwards. Una muestra de que el historicismo no es un obstáculo para la vitalidad escénica.
El reparto, a pesar de los cambios que se comentaron muy negativamente en las redes sociales, fue homogéneo y brillante en muchos momentos. Valeria Sepe, la soprano napolitana, hizo un papel profundamente verosímil actoralmente, vocalmente muy correcta al enfrentar todas las dificultades de este papel, que pocas no son. Freddie De Tommaso hizo un gran trabajo con el papel de Maurizio, sin forzar agudos y cuidando el fraseo, regaló una función digna de mención. Daniella Barcelona, una cantante conocida y apreciada en el Liceu desde hace años, mostró su experiencia en la creación de personajes complejos y llevados por las pasiones. Una excelente Princesa de Bouillon. Ambrogio Maestri fue como siempre, uno de los grandes valores de la noche. Cómodo y encantador en su papel de amante secreto transformado en padre consolador, con matices de una ternura infinita y la potencia asombrosa de su voz, regaló algunos de los mejores momentos de la noche.
Fue una noche digna de mención y un digno cierre de temporada.