Un grup de dones busquen parella en un "speed dating" esbojarrat
Una vendedora de pollastres, una monja acabada de sortir del convent, una dona de la vida política, una senyora de la neteja, una prostituta de baixa laboral, una venedora de llibres esotèric... Totes persegueixen el mateix objectiu: sortir acompanyades aquella nit.
Siete mujeres visitan una agencia matrimonial. Angelina, que no se puede quitar de la cabeza los pollos que vende en el mercado; Pilar Segura, que desborda una insoportable arrogancia de política facha; la esotérica Virgina, perseguida por sus fantasmas; la Mari, que lo flipa porque creía que ir a por pareja era como ir a pillar maría; Chantal, una prostituta que aprovecha que está de baja para buscar a un hombre que la retire; Rafaela, cansada de limpiar casas ajenas; y Soraya, una ex monja humedecida por sus calenturas. Un topicazo, dirán algunos. Una retahíla de personajes sobados y más que conocidos. Pero Agencia matrimonial, de la compañía M’Enredo Teatre, se sirve de estos clichés para plasmar, a través de la parodia, la desigualdad de la mujer en la sociedad actual. Maria Eugènia Casanova (autora, directora e intérprete de la obra), Iván Rubio y Marta Vilellas llevan cinco años (en el teatre Llantiol, primero; desde hace tres años, en el Teatreneu) cargando con estas mujeres que, a su manera, luchan contra la soledad.
En el escenario solo hay una mesa y un teléfono. Y suena. La llamada es de la agencia, que bombardea a preguntas a la interesada para introducirla en su base de datos y avisarla cuando dé con su hombre ideal. Las preguntas sirven a la actriz para llevar a sus personajes al extremo (“esto es parodia, más que comedia”, dice). “Desde pequeña mi madre me machacaba diciéndome que me apuntaría a una agencia para casarme”, recuerda Casanova. “Algo me quedó de aquella broma… Y hace unos cuantos años, cuando hubo el bum de las páginas de contactos por Internet, me decidí a montar este espectáculo que es pura crítica social, más que reivindicación: que cada mujer (¡cada persona!) haga lo que quiera con su vida, por supuesto”. Algo de su contacto con La Cubana también ha impregnado la obra. Y también algo de sus admirados Carmen Machi o Rubianes, o del Almodóvar más primitivo.
Los siete personajes están estudiados al detalle. "Mi trabajo es observar la realidad. No paro de fijarme en la gente. Y con la pinta que tengo... algún día me soltarán una ostia, de tanto mirar”. Los personajes, claro, existen: "El otro día vino a la función mi pollera, la del mercado de Sabadell... ¡Qué vergüenza!" En cinco años, los mismos protagonistas han sobrevivido: "No hace falta cambiarlos", dice la creadora. "Y eso quiere decir que la sociedad no ha mejorado nada. La gente se sigue riendo, cuando deje de hacerlo querrá decir que los personajes han quedado desfasados”.
La actualidad, sobre todo en clave de humor, se cuela por fuerza en la ficción: “El otro día Pilar Segura, la política facha, comentó que se fue de crucero con Piolín”, cuenta Casanova, asombrada de por la reacción del público ante este personaje en las últimas semanas, en las que el conflicto por el referéndum está en el orden del día: "Cuando aparece ella, la gente se queda de piedra, no la abuchea, como ocurría hace poco". Es la manera de hacer teatro cercano, con personajes en los que, aun llevados al límite, el público pueda reconocerse o reconocer a algún vecino (vecina, en este caso).