Aquests dies de confinament no hi ha teatre. Amb l'objectiu de reconfortar i acompanyar aquests dies de soledat i estranyes, moltes companyies que han penjat vídeos dels seus muntatges. Recomana, sensible a la iniciativa desinteressada dels artistes, els ordena a través del web.
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Anton Rubinstein va ser autor de més de quinze òperes, de les quals al Liceu únicament s’ha vist Néro el 1898, la primera òpera russa representada a Barcelona. Al mateix Teatre, el compositor i pianista –rival de Liszt– va actuar com a concertista en dues ocasions, en una de les quals l’orquestra va interpretar el ballet de la seva òpera Demon, basada en el poema homònim del «maleït» Mikhaïl Lérmontov, titllat de sacríleg i blasfem per la censura eclesiàstica russa.
Amb aquesta coproducció el Liceu contribueix al redescobriment d’una de les òperes més genuïnament romàntiques del repertori rus, al costat dels cèlebres títols de Mussorgski o Txaikovski. Oportunitat excel·lent, doncs, per recuperar un clàssic de l’òpera eslava.
La ópera rusa es una gran tradición lírica, con un basto y riquísimo repertorio y que, inexplicablemente, se representa poco. Las obras rusas representadas en el Liceo siempre han obtenido una excelente acogida y cada vez que se escuchan entran ganas de se representen más.
Una estructura musical sólida, melodías extraordinarias, concertantes emotivos y personajes muy interesantes tanto a nivel interpretativo como vocal, son solo algunas de las características de este repertorio que incluye nombres tan eminentes como Chaikovsky, Glinka, Prokofieff, Stravinsky y Mussorsky.
Tan poco se representan, que una obra del siglo XIX, puede presentarse como estreno en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona. En esta ocasión no podemos dejar de celebrarlo, primero por la calidad de la obra y segundo por la calidad del montaje.
Demon (1875) de Anton Rubinstein (1829-1894) es una obra netamente romántica, pero que, lejos de los arquetipos del bien y el mal, establece una evolución psicológica poco común en la visión de un demonio como ser marginal (que en un mundo como el nuestro es difícil pensar que el mal esté marginado y por lo tanto, puede parecer incluso una postura positivista). Estamos frente a un demonio humano, vulnerable, capaz de amar y que se redime amando.
Se trata de una partitura apasionante, con una enorme dificultad vocal, sin las acrobacias del belcanto italiano pero llena de bellas melodías que exigen un fraseo muy cuidadoso, además de conjuntos corales extraordinarios y una sólida estructura orquestal. El libreto maneja los elementos más conocidos del movimiento romántico, llegando al punto de plantear que el amor puede vencer incluso a la propia esencia maligna, pero sorprende por la complejidad psicológica del proceso del protagonista y la dulzura sin extremos de Tamara, una mujer capaz de hacer que el mismo demonio sucumba.
Los dos grandes aciertos de la producción que el Gran Teatro del Liceo de Barcelona nos ofrece esta vez, son la extraordinaria escenografía y concepción estética de todo el espectáculo a cargo del escenógrafo austriaco Hartmut Schörghofer proveniente del Mozarteum de Salzburgo, (que hace su debut en este teatro con esta producción prodigiosa, llena de significado y con una perspectiva moderna, hermosa e innovadora) y la interpretación sin fisuras del papel de Tamara que hace la soprano lituana Asmik Grigorian. Una voz poderosa, cristalina y una interpretación muy emotiva, son las constantes de este montaje dedicado al barítono ruso desaparecido Dmitry Hvrostovsky, que debió cantar el papel protagónico pero no llegó a hacerlo. El bajo barítono Egils Silins, también letón, fue su sustituto, con un muy buen resultado tanto vocal como escénico.
Un elenco muy eficiente, una soprano excelente, una puesta en escena innovadora y una partitura extraordinaria, son los elementos que hacen de esta producción una de las mejores de la temporada. No se la pierdan.
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