El jardí

informació obra



Autoria:
Lluïsa Cunillé
Direcció:
Albert Arribas
Intèrprets:
Antònia Jaume, Màrcia Cisteró
Escenografia:
Silvia Delagneau
Vestuari:
Sílvia Delagneau
Il·luminació:
Marc Salicrú
So:
Lucas Ariel Vallejos
Producció:
Centaure Produccions, Sala Beckett
Sinopsi:

Una dona que havia treballat de jardinera al parc municipal i ara està a punt de divorciar-se, després d’haver desaparegut durant dos anys. Una assistenta social de l’Ajuntament, que havia anat a la mateixa escola que ella. Un pis que potser aviat ja no serà habitable, amb un jardí abandonat poblat de tota mena d’ombres.

Amb una delicada simplicitat i una intensitat abassegadora, la trobada d’aquestes dues dones abocarà les dues funcionàries als abismes del malestar de la memòria europea, escindida entre el record opressor de la seva follia més destructiva i el vertigen dolorós de les velles utopies comunitàries.

Crítica: El jardí

23/01/2021

El misterio del reencuentro

per Juan Carlos Olivares

Una autora impresiona hace más de 25 años en la vieja Sala Beckett con Libración. Colecciona premios y escribe obras de referencia como Barcelona, mapa d’ombres. También empieza a desdibujarse alguna de las características de su escritura teatral. O eso les parece a sus entregados seguidores. Entonces la nueva Beckett abre el ciclo Lluïsa Cunillé con El jardí y el espectador percibe cómo la máquina del tiempo se pone en marcha con una sacudida y se sumerge en la grata sensación del reencuentro.

Dos mujeres con un difuso vínculo en la adolescencia, funcionarias municipales (asistencia social y jardinería), se encuentran dos veces en la casa de una de ellas. Aunque esta vez hay más referencias de identidad, tiempo y espacio, se mantiene la característica atmósfera dramática de un traumático misterio y una relación comparable a dos animales solitarios que se husmean. Tensa danza de alerta y atracción. Importa más aquello que se omite y cierta niebla de irrealidad. Hay un cuento viejo que parece tener las claves de una extraña desaparición y dos monólogos que trascienden los personajes para trasladarse al jardín, convertido en el espacio de una metáfora europea, mucho más grande de la que puede albergar el conflicto compartido de las dos mujeres.

Pero si el texto es por si ya un gran estímulo, la dirección de Albert Arribas hace de esta función un pequeño acontecimiento. Desde el inicio, con la burla de la apropiación de la escena de los créditos cinematográficos, que luego extiende a la servidumbre a la tecnología que pervierte la identidad teatral, como la voz amplificada. Arribas se apodera del declarado artificio de la escritura de Cunillé para una dirección de escena que hace de la disforia entre texto e interpretación un principio. Discordancia a favor de una artificiosidad que hace ya de la primera imagen de la función una evocación del manierismo. Allí están –con abrigo y mono de trabajo- Gabrielle d’Estrées y su hermana la duquesa de Villars. En vez de bañera, un acuario sin peces. Actitud hierática, voz metálica. Línea que rompe en los respectivos monólogos, introduciendo maneras más reconocibles, incluso desde una idea de modernidad. El resultado es chocante, hipnótico, con el público acorralado en un espacio sin asideros. Y además le acompañan en esta aventura disruptiva dos actrices que vemos con otros y admirados ojos. Hace tiempo que no veíamos a Marcia Cisteró y Antónia Jaume en registros interpretativos tan alejados de los habituales. Magníficas entregándose a lo insólito y abstracto y a la dificultad de cambiar radicalmente de ficción cuando se erigen en voces de una Europa herida. Personajes de Zweig e Ionesco.