Aquests dies de confinament no hi ha teatre. Amb l'objectiu de reconfortar i acompanyar aquests dies de soledat i estranyes, moltes companyies que han penjat vídeos dels seus muntatges. Recomana, sensible a la iniciativa desinteressada dels artistes, els ordena a través del web.
Podreu accedir a les gravacions aquí. (S'activa del 2 al 4 d'abril a les 20h i el 6 d'abril a les 18h)
La temporada passada, Pablo Messiez va impartir un taller a La Kompanyia Lliure. De l'experiència, reelaborada i escrita, en sorgeix aquest espectacle. Emocions, espai i temps compartit. Teatre.
Júlia Truyol, premi a actriu de repartiment dels Premis de la Crítica 2018
Quim Àvila, premi a actor de repartiment dels Premis de la Crítica 2018
Premi de la Crítica Jove
(...)
Messiez conjuga sus dramaturgias el realismo mágico, con un toque bastante costumbrista. El temps que estiguem junts es uno de sus ejemplos más evidentes de este género. Con una narrativa más típica del cine que del teatro, donde las acciones se superponen unas a otras, y el espectador ha de reconstruir el puzzle entre tanta diversidad temporal y espacial.
(...)
El temps que estiguem junts es la primera vez que todos los miembros de la compañía están juntos y solos en el mismo montaje. Es el primer pulso con el público. Y aquí es donde el montaje empieza a tambalearse. En esta generación de Kompanyia las diferencias son más notables que en la pasada. Hay una clara descompensación de interpretaciones, y este montaje lo pone de manifiesto.
Hay actores de la Kompanyia que traían una maleta de tablas impresionante antes de entrar y en este montaje se pone de manifiesto. Es el caso de Júlia Truyol y Clàudia Benito que brillan por encima del resto de sus compañeros. Pero, sin duda, el gran descubrimiento de esta Kompanyia ha sido Raquel Ferri. Nit de Reis (o el que vulguis) supuso su lanzamiento y sigue la estela con uno de los personajes más complejos de El temps que estiguem junts.
Impresionante la escenografía de Elisa Sanz que recrea a la perfección la sala de estar de esas casas de los años 60 y 70 en la intimidad del Espai Lliure. Cuidada la selección de los elementos que la componen y que otorga un áurea perfecta para subrayar el realismo mágico y el costumbrismo de la dramaturgia de Messiez.
El ritmo de la obra es una de las contraindicaciones del montaje. En este aspectoEl temps que estiguem junts recuerda algunos dramas de Chéjov donde el devenir de la existencia no tiene fin y los personajes ven, sobre todo, la vida pasar.
Y quizás a causa de este ritmo se acaba cayendo en un melodrama exagerado en algunos personajes que convierten la afectación en la característica principal de su interpretación. Se agradece, pero, el pequeño homenaje a Sarah Kane. Sin duda, El temps que estiguem junts no será lo mejor de Pablo Messiez pero es suficiente para una primera inmersión en su particular universo.