Segons algunes veus expertes, Camil Clot va ser un dels músics més brillants que va trepitjar l'escena de la Barcelona de finals dels 90. No obstant, la seva trajectòria es va frustrar d'un dia per l'altre, quan va desaparèixer sense deixar rastre. Quasi 20 anys després d'aquella desaparició, l'autor i director d'aquest espectacle, en Marc de la Varga, va iniciar un procés d'investigació per esbrinar qui va ser realment aquell músic desconegut i què li va passar. Un procés que el va dur a conèixer la mare d'en Camil, la Maria, una dona de 79 anys que viu amb el seu altre fill i germà d'en Camil, en Josep, un home amb un trastorn bipolar. Aquesta obra és el resultat de les seves trobades. Un documental musical en forma de concert acústic per explorar els escenaris del seny, la bogeria, la realitat i la ficció.
La súbita desaparición de un tal Camil Clot, músico de la escena 'underground' en la Barcelona de finales de los 90, dotado de un gran talento, llegó a oídos del dramaturgo y director Marc de la Varga, que quiso rescatar su historia, como ya hizo en el documental ‘El niño de la tele’ con otro prodigio olvidado: Rubén Ramírez, famoso rostro infantil de la televisión a finales del siglo XX. Camil Clot dio un último concierto en abril del 2004 en Puerto Hurraco y ya no se supo nada de él. Su búsqueda y las conversaciones que De la Varga mantuvo con los familiares más cercanos, la madre y el hermano, pasaron a convertirse en el material para la escenificación. Una obra con formato de teatro documental y musical que ha vuelto a la Sala Flyhard regalando al público un doble descubrimiento: la figura del enigmático Camil y la del también músico y cantautor Daniel Higiénico, que asume al protagonista del título en una brillante interpretación que supone su debut como actor, como recuerda bromista Berto Romero –“pero, no es actor”- en una aparición videográfica.
Daniel Higiénico, barcelonés afincado en Mallorca desde 1989, construye un personaje entrañable y empático, dúctil y visceral, como dicen era Camil. Está magnífico, cargando con una pesada montaña rusa emocional, consecuencia de las abruptas subidas y bajadas del trastorno bipolar. Dibuja muy bien las fluctuaciones de conducta y ánimo, destapándose como un verdadero animal escénico. Se nota que lleva más de 30 años sobre los escenarios -“siempre he jugado con el teatro en mis actuaciones”-, ha declarado el músico, que entona perfectamente junto a dos grandes de la interpretación: Mont Plans y Pau Vinyals.
Una estupenda Plans borda a la madre de Camil, reacia y áspera al principio por la intromisión en sus vidas de De la Varga, y luego, dulce y cada vez más henchida de orgullo por su hijo, genio maldito y olvidado. Vinyals, álter ego del dramaturgo, dibuja con entusiasmo su pasión por el proyecto y va trazando una bonita amistad con el protagonista. Le acompaña a ver desaparecer a su amigo el sol desde un mirador de Montjuïc y comparte confidencias, episodios maniacos y depresivos, huidas y una divertida juerga etílica.
La pieza coquetea inicialmente con el relato detectivesco y se cita el oscarizado largometraje documental ‘Searching for Sugar Man’, que también fue tras los pasos de un músico desaparecido (Sixto Rodriguez). El suicidio sobrevoló el caso de Rodriguez y lo hace también en el de Camil y, paradójicamente, quien acabó con su vida por depresión fue el joven cineasta sueco Malik Bendjelloul dos años después de triunfar con su documental.
De la Varga nos abre las puertas de la creación escénica y de la fragilidad humana en un montaje emotivo y poético, trufado de humor y drama, canciones y nostalgia por la Barcelona preturística de Zeleste. Una historia que nos atrapa y visibiliza con tacto y ternura los estragos de la enfermedad mental mientras nos habla de supervivencia, amistad y esperanzadoras segundas oportunidades.