Fenomen, la primera col·laboració artística entre Quim Girón i Moon Ribas, sorgeix arran d’un procés creatiu dedicat a portar els fenòmens naturals a l’escenari.
Fenomen és un duet que dialoga amb la temperatura, que utilitza el gel com a element principal per modelar diferents universos. La transformació constant de l’espai, dels cossos, de la matèria, es va posant de manifest durant el transcurs de la peça.
Fenomen és una invitació a compartir un espai proper, poètic i fresc. A gaudir d’una peça que gira al voltant d’un congelador sobre rodes i del pas del gel per tots els seus estats: sòlid, líquid i gasós.
Después de su etapa 'animal' -muy recordado es el espléndido 'Chicken Legz' presentado en Tàrrega-, Quim Girón, inquieto artista de circo contemporáneo, ha explorado muy variopintos caminos creativos, algunos con la materia como eje de estudio (como en 'Fang'). Ahora le interesan los fenómenos naturales. En la hipnótica y poética 'Fenomen' se ha aliado con Moon Ribas, coreógrafa ciborg, para experimentar con los distintos estados -sólido, líquido y gaseoso- del agua y llevarlos a su terreno, esta vez muy resbaladizo.
Empieza Girón haciendo equilibrios, con crampones en los pies, sobre bloques de hielo. Nada fácil aunque se hace un pelín largo y repetitivo. Ribas, estupenda cómplice, aparece delicadamente del interior de un congelador. Luego ambos rompen los bloques esparciendo los trozos cada vez más minúsculos por el suelo de linóleo negro, sobre el que lanzarán sus cuerpos y se revolcarán. Hay momentos de impacto y otros más poéticos y contemplativos. Poco a poco van dibujando un paisaje que también se transforma, del blanco antártico al deshielo y al verde de una vegetación creada con el lanzamiento de dardos. Un paisaje que acaba hipnotizando cuando asoman el humo del estado gaseoso y la música en un final delicioso.
El cuerpo humano ha dejado de ser el protagonista en la nueva etapa de Girón y ahora es la materia y su transformación la que domina el espacio y la pieza. Es, sin duda, el agua un 'actor' que da mucho juego y, como dice el creador, mucho descontrol. Y es que la actuación de este travieso elemento, cambiante con la temperatura, es totalmente imprevisible. No se puede saber cómo y cuándo se romperá un pedazo de hielo. Cómo se comportará. Así, en una preciosa escena, vierten agua sobre un bloque y se escuchan los crujidos. Pero puede no suceder. Apunte de un colega: quizá dentro de unos años este espectáculo podría estar prohibido por el derroche de agua.