Puccini pot ser considerat com l’enginyer que remata el pont iniciat per Verdi i que connecta directament la tradició italiana amb la modernitat. En les seves darreres obres (entre les quals hi ha aquest Trittico) ja s’anticipen les formes més modernes de Debussy o Strauss.
Sense renunciar al seu segell especial, Puccini signa aquestes tres joies: un thriller del Sena (Il tabarro), el patiment, la mort i la glorificació d’una mare-monja a qui han pres el fill (Suor Angelica) i una sàtira que parla amb humor d’un testament i la suplantació del difunt per canviar-lo (Gianni Schicchi).
Tres òperes independents amb narracions aparentment desconnectades. Però ho són? Aquestes tres òperes d’un sol acte, que Giacomo Puccini va fusionar sota el títol d’Il trittico, són fragments de realitat. En lloc d’intentar i no aconseguir retratar el món sencer en una llarga òpera, similar a una novel·la èpica, dona importància a tres esdeveniments històrics, units en una peça de música, que busca transmetre amb intensitat cada matís d’emoció humana: des de la implacable fredor del cor a la passió ardent, passant per l’avarícia, la picardia o la paròdia.
La producció de Lotte de Beer de la Bayerische Staatsoper de Munic ofereix un espectacle únic on es desenvolupa l’acció en un espai tancat per parets corbes on les tres partitures queden connectades per la idea de la mort. Una excel·lent feina de direcció fa que tots els personatges brillin. Un repartiment de luxe que inclou Lise Davidsen, Ermonela Jaho, Ambrogio Maestri, Daniela Barcellona o Ruth Iniesta, entre d’altres, farà d’aquest Trittico un moment excepcional dins de la temporada.
El trío de obras propuestas por la madurez creativa de Puccini en 1917, tenía la intención de seguir la idea de Dante Alighieri, planteando un viaje por el infierno, el purgatorio y el paraíso. Sin embargo y debido a la desigual aceptación del público en su esteno, las tres óperas fueron desconectadas e interpretadas de manera individual. Se han revalorado más recientemente y su producción en el Gran Teatro del Liceo esta temporada no puede más que congratularnos.
La primera razón para nuestro beneplácito es que, detrás de este trabajo, hay un equipo femenino que, simplemente, ha hecho un trabajo extraordinario. Lotte de Beer tuvo en Anna Ponces una excepcional repositora, de un montaje que no podemos más que elogiar por su visión estética, moderna y llena de sentido, para tres óperas tan diferentes tanto en tono dramático, como en época y circunstancia.
Por otro lado, lo que logró con la orquesta la joven directora Susanna Mälkki fue digno de mención, tanto en la sutileza como en la elegancia de la interpretación, sin dejar nunca de lado la fuerza emotiva típica de Puccini.
La otra razón de alegría es que muy pocas veces tenemos el placer de oír un elenco tan equilibrado como el de esta producción, papeles pequeños o grandes estuvieron muy bien interpretados, creando un conjunto de ensueño.
Enorme en todos los sentidos (dramático, vocal e interpretativo) el trabajo de Ambrogio Maestri, que viajó del dramatismo más profundo en Il Tabarro a la comedia del arte en Gianni Schicchi, del que se ve claramente heredero. Ya ha dejado muestras de la calidad de su trabajo en otras producciones, pero la verdad es que en estas óperas pudimos disfrutar mucho más de toda la gama de matices y contrastes que es capaz de manejar y hace un cierre espectacular de las tres obras. Es muy difícil encontrar un mejor intérprete que él para la única comedia de Puccini en nuestros días.
Lise Davidsen se ha convertido, a penas en su segunda presentación, ya en una de las favoritas del Liceo. La capacidad vocal de esta joven soprano es increíble, su fraseo y la flexibilidad de una voz de ese tamaño, no deja nunca de impresionarnos. su trabajo es impecable.
Ermonela Jaho, por su parte, como cada vez que se acerca a las obras veristas, hace una interpretación emotiva, limpia y entrañable de Suor Angelica, que tiene una de las mejores escenas cuando la Zia Principesa (también muy bien interpretada por Daniela Barcellona), hace que la protagónica firme la sesión de la herencia casi como un títere, destrozada por la muerte de su hijo.
Inolvidables todos los cantantes que integran el cast de Gianni Schicchi. con una definición de personaje clara y divertida, con una interpretación musical sin fisuras. Destaca, además del protagónico de Maestri, el trabajo de Iván Ayón-Rivas en el papel de Rinuccio, un tenor con una voz hermosa, que corre perfectamente por el teatro y que logra un verdadero acierto interpretativo con este personaje.
La verdad es que, en esta ocasión, la producción de la Bayerische Staatsoper de Munich con este elenco y estas directoras, han logrado uno de eso montajes que hacen que la ópera deje de ser efímera y forme parte de la vida de todos los espectadores que la disfrutaron.