Una dona transgènere ha quedat confinada en un espai al marge de tot, abocada a l’oblit. Lluitadora fins a l’últim instant s’aferra a les sensacions, al record dels moments i les persones que l’han iniciat, l’han ensenyat a riure o estimar, i que, contra tots els obstacles, l’han permès construir-se com la persona que sempre ha somniat ser. Però fins i tot en aquest racó allunyat de tot el seu cos és perseguit pels qui no l’accepten. Els amics dels seu jove amant han vingut decidits a despullar el seu últim secret, “si és o no és una dona”.
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No hay duda que el texto busca atraer la atención del espectador desde la primera línea, "Si soy o no soy una mujer. Para eso han venido. Estúpidos". Toda una declaración de intenciones que pone al espectador en alerta, no es un montaje que le será fácil de digerir y eso ya nos gusta.
Una mujer transgénero, confinada entre el hombre y la mujer y entre la vida y la muerte comparte las sensaciones de su vida, el trato con el resto de la humanidad y radiografía los problemas que aún hoy en pleno siglo XXI se encuentran los transgénero en los países supuestamente desarrollados.
La dirección de Manel Dueso ha optado por enfatizar la palabra, llevando su poética hasta su máxima expresión. No hay ni una sola palabra que esté dicha al azar. Dueso ha sabido remarcar a la perfección las palabras con los gestos precisos y una puesta en escena que da que pensar.
(...)A pesar de que nos encontramos delante de un personaje muerto, nunca una muerta estuvo tan viva. Los ojos vidriosos que Míriam Marcet aporta al personaje nos trasmiten sufrimiento, pero también nos desvelan que detrás de la careta hubo momentos de felicidad y que ahora no sólo está pagando deudas del pasado si no se está riendo de los pobres mortales que nos quedamos en la faz de la Tierra.
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La puesta en escena representa una sala de autopsias llena de cajas donde los humanos tendemos a meternos, una etiqueta, al menos, para cada persona, las impuestas y las auto impuestas. En este caso la muerte puede que suponga una liberación de un cuerpo que para much@s no deja de ser nunca extraño, que nunca consiguen hacerlo propio y habitable.
Lo que parece que sí que tenemos claro es que esta noche la autopsia nos la han hecho a los espectadores, eso sí, no ha hecho falta bisturí, nos han abierto el alma poética a bocajarro.