Lucia Di Lammermoor. Bayerische Staatsoper

informació obra



Direcció Musical:
Giacomo Sagripanti
Producció:
Bayerische Staatsoper
Direcció:
Barbara Wysocka
Sinopsi:

L’amor encarnat per Nadine Sierra i Javier Camarena en la producció de la Bayerische Staatsoper

Les ruïnes gòtiques i els amors dissortats que Walter Scott recollia a The Bride of Lammermoor són els ingredients necessaris per afegir una música transportadora a una tragèdia bromosa plena de rivalitats i personalitats traumàtiques i complexes.

Una protagonista fràgil com el vidre, un sacerdot sever, un germà maquinador, un promès secret desgraciat, un nuvi assassinat per la núvia el dia del casament... unes noces de sang. Un amor maleït entre Lucia i Edgardo, a la manera del Romeu i Julieta de Shakespeare, en què els amants són descendents de dues famílies enemistades i on hi ha una prohibició d’estimar algú de l’altre clan.

Lucia di Lammermoor representa el model femení del Romanticisme que transita entre la fragilitat i la ingravidesa. És a la frontera entre l’esperit i el somni on sorgeix Lucia, paradigma del gènere. Figura d’un espiritualisme tancat, sublim i inaccessible que troba la seva expressió en un espai privilegiat: l’escena de la bogeria, on els sentiments de dolor i melangia són evocats per encarnar la màgia i l’enigma de l’obsessió esdevinguda follia.


Crítica: Lucia Di Lammermoor. Bayerische Staatsoper

04/08/2021

Bienvenida una nueva manera de pensar en Lucia

per Enid Negrete


Que una ópera esté trasladada a un época diferente de su idea original es una idea que debería estar sobrepasada ya en nuestros días, desgraciadamente no es así y parece que la mayor parte de las críticas negativas a la producción que cierra la temporada del Gran Teatro del Liceo este año, se las lleva una puesta en escena diferente que quiere hacer una nueva lectura de una ópera bel cantista tan famosa como Lucia di Lammermoor. Y quizá sea precisamente el hecho de que se trate de un caballito de batalla, lo que provoca tantas desavenencias. Después de haber oído y leído muchas de ellas, no puede más que considerarse que algunas son lógicas en un tipo específico de espectador y otras, verdaderamente, son un sin sentido.

La obra de Donizetti en la propuesta de Barbara Wysocka sucede en un mundo cerrado, cuadrado y decadente, que solo tiene cambios estructurales cuando la locura invade al personaje. La convención establecida con el espectador desde la primera imagen de video es que es espacio es una metáfora. Una metáfora de un espacio social, limitado, decadente y lleno de cosas inservibles, donde la belleza es irreal, fantasmagórica y pareciera existir solo en la cabeza de Lucia. Un gran acierto hacer la escena de la locura con una pistola, lo que acrecienta la tensión escénica y la fuerza de esa aria, volviendo verosímil la presencia del coro en casi completo silencio. También muy bien hallada la muerte de Edgardo en una escena llena del patetismo romántico que propone la partitura y que, aunado a la excelente actuación de Javier Camarena, fue tremendamente emotiva.

El espectáculo debe hablarle en nuestros días a un espectador que está influencia por toda la carga visual de nuestro tiempo. No puede competir con el realismo de las series ni de las películas, ni tiene por qué hacerlo. La escena está para hablar de algo más y para crear un ambiente que en otros medios sea imposible. En este caso, la verosimilitud está al servicio de un mundo especialmente poco verosímil planteado por el autor en la propia partitura ¿Por qué se tendría que intentar una forma de realismo si el belcanto no lo es en esencia?.

El nuevo espectador es el que acepta estas propuestas estéticas y aunque no se considere real, ese espectador existe y se escuchan también sus comentarios en los pasillos. El nuevo espectador es el que quizá se abre a la opción de ver lo que se le propone, permitiendo que se discrepe con “lo que debe ser”, porque resulta que ahora, nada ni nadie “debe ser” de una manera específica.

La ópera de Lucia de Lammermoor es un melodrama romántico, que en esta ocasión fue leído desde el punto de vista femenino. Lejos de la idea de la mujer pura, perfecta e idealizada, que es víctima de su hermano, se habla de una mujer a la que se le quita el derecho a decidir sobre su vida y se le impone una presión social que la lleva a un brote psicótico. Enamorada de un hombre encadenado a una herencia de odio y dolor, es claro que el futuro de ambos no podía llegar a buen término, incluso si se cuenta la historia en nuestros días y, precisamente eso, es la gran aportación de este montaje.

Nadine Sierra hace una Lucia encantadora y con frases especialmente interesantes, posee una voz hermosa y plena que hace muy disfrutable su transición emocional constante. Sin embargo su inseguridad en la parte más alta de su tesitura es evidente y esto distrae del que sería un trabajo impecable interpretativamente hablando.

Javier Camarena volvió a demostrar que el belcanto es su especialidad, abordando desde un profundo conocimiento del estilo a un Edgardo que se da por vencido mucho antes de que suene el disparo de su muerte, como si desde el sexteto sólo hubiera deseado morir (acción que se apoya en el accidente que tiene con el coche con el que aparece por primera vez). El lirismo, el patetismo y el virtuosismo estuvieron presentes en cada una de las seis funciones que hizo, sostener ese nivel de entrega y perfección en cada una de ellas parece, en principio, una hazaña.

Un mi bemol sobre agudo en su dúo con Lucia, un fraseo perfecto en toda la obra y el ataque de un do de pecho desde el más sentido pianísimo, son muestras de su capacidad interpretativa y una técnica vocal envidiable. Si alguien quería belcanto a la antigua, con la perfección técnica de la tradición vocal pero con una visión moderna del personaje, aquí lo tuvo durante cinco funciones.

El otro mexicano del reparto, Alfredo Daza cumplió con su debut en un rol belcantista con una muy buena voz de barítono, aunque quizá todavía sin demostrar su dominio de este estilo. Una buena presencia escénica y una actuación convincente fueron también parte de su trabajo en esta producción.

El resto del reparto sinceramente fue bastante irregular, mientras la Alisa de Anna Gomá, fue eficiente y efectiva, los demás personajes hicieron sufrir con sus problemas de afinación e impostación.

Una interesante versión orquestal, con apertura de cortes que no se escuchan normalmente, dirigida muy conservadoramente por Giacomo Sagripanti, de donde tenemos que destacar muy claramente el trabajo de la arpista con un largo solo bellamente ejecutado y el de la flautista que acompañó certeramente a la soprano en una de las partes más famosas del aria de la locura.

Las ideas preconcebidas en un espectador pueden jugar en contra de él mismo. Aprender a aceptar el cambio es una de las cosas más difíciles del ser humano, sin embargo este “entretenimiento exótico e irracional”-como lo nombró el Doctor Samuel Johnson en el siglo XVIII- necesitas estas visiones nuevas y sigue entre nosotros, quizá porque es el bastión más evidente del absurdo y de lo irracional, o talvés porque en ella seis personajes pueden expresarse simultáneamente y hacer que el espectador entienda cada una de sus posturas frente a la acción dramática (por cierto, ¿Qué tiene eso de lógico?). Pero, sobre todo, sigue viva porque hay intérpretes que son capaces de hacer que sintamos y lloremos su muerte seis funciones seguidas.