Lucia Di Lammermoor. Bayerische Staatsoper

informació obra



Direcció Musical:
Giacomo Sagripanti
Producció:
Bayerische Staatsoper
Direcció:
Barbara Wysocka
Sinopsi:

L’amor encarnat per Nadine Sierra i Javier Camarena en la producció de la Bayerische Staatsoper

Les ruïnes gòtiques i els amors dissortats que Walter Scott recollia a The Bride of Lammermoor són els ingredients necessaris per afegir una música transportadora a una tragèdia bromosa plena de rivalitats i personalitats traumàtiques i complexes.

Una protagonista fràgil com el vidre, un sacerdot sever, un germà maquinador, un promès secret desgraciat, un nuvi assassinat per la núvia el dia del casament... unes noces de sang. Un amor maleït entre Lucia i Edgardo, a la manera del Romeu i Julieta de Shakespeare, en què els amants són descendents de dues famílies enemistades i on hi ha una prohibició d’estimar algú de l’altre clan.

Lucia di Lammermoor representa el model femení del Romanticisme que transita entre la fragilitat i la ingravidesa. És a la frontera entre l’esperit i el somni on sorgeix Lucia, paradigma del gènere. Figura d’un espiritualisme tancat, sublim i inaccessible que troba la seva expressió en un espai privilegiat: l’escena de la bogeria, on els sentiments de dolor i melangia són evocats per encarnar la màgia i l’enigma de l’obsessió esdevinguda follia.


Crítica: Lucia Di Lammermoor. Bayerische Staatsoper

24/07/2021

Triunfal debut liceísta de Serena Sáenz

per Imma Fernández

Noche de emociones el 21 de julio en el Liceu. El anuncio antes de la función –se supo esa misma tarde- de que la gran diva estadounidense Nadine Sierra estaba indispuesta y no actuaría desató protestas y murmullos de decepción entre el público. Sierra y el excelente tenor Javier Camarena eran los dos reclamos de lujo de una producción de fallida ambientación en la América de los Kennedy. Para más infortunio el director general del coliseo comentó que el astro mexicano arrastraba problemas de garganta y cortó la respiración del respetable durante unos segundos hasta que completó la frase aclarando que sí cantaría. La joven barcelonesa Serena Sáenz, de 27 años, asumió el enorme reto de sustituir a la neoyorquina y fue ganando fuerza y coloratura en su despliegue vocal hasta que acometió estupenda, pistola en mano, el difícil aria de la locura del tercer acto y se ganó las ovaciones de los asistentes. Un brillante doble debut, en el Liceu, su casa, y en el papel de Lucia, para una soprano de timbre cálido y enérgico que ya ha triunfado en la Staatsoper de Berlín con papeles como el de Pamina de La flauta mágica. Un gran futuro se le augura a la catalana, que une a su virtuosismo vocal una elegante presencia y expresividad dramática.

También hubo merecidos bravos para el admirado Camarena, en el rol de Edgardo, el amor prohibido de Lucia, que derrochó exquisitos agudos, temperamento y emotividad. Voz y carisma, lo tiene todo. El público acabó rendido a la pareja y de la decepción por la ausencia de Sierra se pasó a una noche para el recuerdo: el ovacionado estreno de Sáenz.

 No acompañó ese debut triunfal la producción de la Bayerische Staatsoper, con una dirección escénica con poco brío de la polaca Barbara Wysocka. Su empeño en trasladar el drama romántico –una tragedia a lo  Romeo y Julieta- de la Escocia del siglo XVI a la América de los años 50 y  salpicarlo de referentes cinematográficos y algunos recursos sin sentido  no acaba de conectar con la platea. Flaco favor le hace al físico de Camarena ataviarlo con tejanos y chupa de cuero a lo James Dean o Marlon Brando. Mucho mejor parada queda la elegante Sáenz, que en un momento asoma como auténtica doble de Jackie Kennedy, con un traje estilo chanel y un gorro que recogía su larga melena, de corte similar a los que lució la primera dama el día que asesinaron al presidente. La escenografía, sin cambios, recrea un castillo o mansión medio en ruinas - ¿por qué decadente en la América del lujo?- destacando la preciosa iluminación de Rainer Casper. Camarena irrumpe al volante de un Cadillac descapotable marcha atrás. Aparece una niña cual fantasma de la pequeña Lucia paseándose por el escenario y en proyecciones en una pantalla, en la que también sale una imagen del tenor mexicano cigarrillo ladeado en boca cual James Dean. Tampoco encajan el grafiti con el nombre de Ashton tachado y el baile coral en la obligada boda de Lucia y Arturo, un swing con escaso garbo que no casa con la partitura de Donizetti. Recursos que no logran agilizar el montaje. Apuntar el buen oficio del coro del Liceu dirigido por última vez por Conxita García, que pasa a ser directora musical adjunta.