Nafrat, el viatge de la vergonya

informació obra



Vestuari:
Sara Recatalà
Dramatúrgia:
Lluki Portas
Intèrprets:
Diego Ingold
Sinopsi:

Una nafra és una ferida. A l'Orient mitjà designa també el menyspreu. Els refugiats que tracten amb les màfies s’anomenen ells mateixos Nafrat. L’agost de 2015 es va trobar un camió abandonat en una autopista entre Hongria i Àustria amb cadàvers de refugiats asfixiats. Mahid ja no es veu amb cor de continuar amb aquest negoci i vol que aquest sigui el seu últim viatge. Però les coses no surten com havia previst i tot es torna més perillós i més amarg. Nafrat proposa als espectadors (refugiats) viure en la pell pròpia l’odissea d’una fugida a la desesperada.

Crítica: Nafrat, el viatge de la vergonya

11/09/2017

Un complicado viaje

per Alba Cuenca Sánchez

La premisa de este espectáculo es muy buena: Ponernos en la piel de los refugiados, quienes dejan todo lo que tienen para emprender un viaje en condiciones infrahumanas y de futuro incierto. Cuando llegamos al punto de encuentro, un encapuchado nos indica que nos guiará en el trayecto con el que cruzaremos la frontera, una parte del cual haremos a bordo de un camión. Allí, dentro, de pie y contra la pared, viviremos el resto de función, con la oscuridad y la incertidumbre propias de la situación.

Sin embargo, el primer problema que tiene la compañía es el de tener que tratar al público con la dureza con la que un traficante de personas trataría a los desventurados que desean cruzar desesperadamente. La certeza de que al espectador nada puede ocurrirle dificulta mucho la seriedad de la representación, tanto para los actores como para los propios espectadores. Los propios organizadores nos dan al inicio del espectáculo un dinero falso que deberemos utilizar para pagar el viaje, y que por supuesto soltamos sin el más mínimo reparo en cuanto nos lo piden.

Ya en el viaje, los diálogos, que parecen sacados de una mala película, se convierten en monólogos reflexivos, dejando a un lado el realismo al que teóricamente teníamos que someternos. Sin haberme visto nunca en la situación, permitidme poner en duda que en una furgoneta de refugiados asustados que se juegan la vida, los que controlan el viaje se paren a recitar a Dante.

Tampoco es demasiado buena la capacidad de improvisación de los actores, que tienen que lidiar con la posibilidad de que algún espectador intente cambiar el guion. Un mayor desarrollo de los personajes y sus historias sería bueno para entender qué los lleva a estar allí y poder dar respuesta a los comentarios improvisados. Al final, la suma de estos detalles hacen que quede desaprovechada la fantástica idea y la originalidad de la puesta en escena.