Napalm al cor

informació obra



Autoria:
Pol Guasch
Dramatúrgia:
Oriol Puig Grau
Direcció:
Guillem Sánchez Garcia
Intèrprets:
Joel Cojal, Marc Domingo, Montse Morillo, Roser Batalla
Vestuari:
Violeta Montaner
Composició musical:
Enric Verdaguer
So:
Enric Verdaguer
Assesoria de moviment:
Anna Rubirola
Coreografia:
Anna Rubirola
Il·luminació:
Sylvia Kuchinow
Escenografia:
Judit Colomer
Sinopsi:

Presentem la versió teatral d’aquesta novel·la de Pol Guasch, Premi Anagrama 2021, en una adaptació del dramaturg Oriol Puig Grau (Karaoke Elusia) que suposa el debut professional del jove director Guillem Sánchez Garcia.

«De vegades penso que estic anotant el futur. Em dic que, davant de la incomprensió, en quedin les paraules. Algú, potser, les podrà entendre», diu a la novel·la el protagonista d’aquesta història. I, en efecte, Napalm al cor té alguna cosa d’exercici de comprensió íntima d’un passat extrem i traumàtic, i de cartografia sentimental d’un present convuls a la recerca d’alguna forma d’alliberament.

Situada en una geografia ambigua, Napalm al cor posa en dansa la vida d’un noi que ha crescut en una zona militaritzada, marcat per unes condicions de vida precàries, per la intolerància de l’entorn cap al desig amb Boris, amb qui manté un vincle ferotge, i per unes famílies tocades pel desarrelament. La manca de perspectives ho domina tot, però encara manté la possibilitat de deixar-se enlluernar i fins i tot sotmetre, d’aferrar-se a la militància i a la temptació de la violència, i de seguir parlant una llengua que es desfà: la seva. L’única alternativa és fugir d’aquesta terra erma.

Crítica: Napalm al cor

11/01/2024

Un debut incendiario

per Manuel Pérez i Muñoz

No acostumbra a ser demasiado prolífica la relación entre la narrativa contemporánea catalana y la escena teatral, con honrosas excepciones como el montaje de 'Canto jo i la muntanya balla', de Irene Solà. Por eso los gestores de la Beckett cayeron rendidos ante el proyecto del aún estudiante Guillem Sánchez Garcia, la adaptación de la primera novela de Pol Guasch, 'Napalm al cor' (Premio Anagrama 2021). La propuesta ha crecido con la dramaturgia de Oriol Puig Grau ('Karaoke Elusia') hasta posicionarse como uno de los debuts más refrescantes de la temporada, fórmula revulsiva de densidad literaria.

El reto es de altura. El libro de Guasch plantea un cosmos de imágenes a mitad camino entre la poesía y el dibujo de escenas de otro mundo, cercano y lejano al mismo tiempo. Un paisaje como de posguerra balcánica, cataclismo pasado o cercano, un mal tripi filmado por Tarkovski. Personajes que se aferran a su lengua para no desaparecer, que emprenden un 'roadtrip' iniciático, huida apocalíptica al más puro estilo 'Litoral' de Wajdi Mouawad, incluida la madre muerta como equipaje. Épica barroca con digestión copiosa que, definitivamente, no resulta nada fácil de trasladar a escena.

Por si esto no fuera poco, en la adaptación se respeta el rico lenguaje que no tiene nada de teatral y, además, se elimina la primera persona del libro. El protagonista pasa a ser el público, a quien el resto de personajes interpelan explicando la historia como un cuento, haciéndole partícipe de sus propias vivencias. Esta pirueta dramatúrgica añade más dificultad a un artefacto ya de por sí espeso. El público no tiene la opción de releer los pasajes más complejos (algo necesario en la novela), y así el montaje avanza como una apisonadora, sin tregua para los que conocen el libro y mucho menos para quien les viene de nuevo todo el guisado.

La ambientación sonora de Enric Verdaguer aporta el anclaje de contemporaneidad, mientras que la escenografía de Judit Colomer Mascaró huye del realismo, se configura poco a poco con las acciones de los intérpretes hasta dar forma a un desierto que es la metáfora interior de los personajes. Un plantel de jóvenes intérpretes articula la narración con una entrega que engancha. Joel Cojal como Boris inquieta y seduce al mismo tiempo. Montse Morillo hace de la madre y desata la parte más dramática, mientras que los tics infundidos de Marc Domingo impulsan el desconcierto. Por su parte, el paso breve pero contundente de Roser Batalla aporta el grado de experiencia que templa la primera parte.

Prometedor debut de Guillem Sánchez Garcia con un montaje al que se le puede reprochar una complejidad sin concesiones pero, en ningún caso, la falta de ambición y valentía.