Nua, radiografia d'un transtorn

informació obra



Intèrprets:
Anna Perelló
Autoria:
Anna Perelló, Andrea Ros
Direcció:
Marta Aran
Sinopsi:

NUA és un espectacle total que reuneix moltes disciplines artístiques. Un monòleg confessional, sense quarta paret ni xarxa, en el que ens situarem al límit entre ficció i realitat, entre teatre documental i teatre postmodern.

NUA neix de la necessitat de parlar dels patrons apresos partint d'un treball d'introspecció del dolor i de documentació amb companyes, amigues, mares, germanes,... Neix de la necessitat de parlar d'una realitat i donar veu a totes aquelles dones que no han pogut parlar o que no saben com fer-ho.

 Sinopsi

Tornar a casa després d’anys de viure fora i trobar-te amb els fantasmes dels quals vas fugir. O podríem dir monstre, quan es tracta d’un trastorn d’alimentació. D’això parlarem a NUA (Radiografia d'un trastorn). En primera persona i sense filtres. Cruu. De com aquest trastorn va impregnant cada cèl·lula del teu cos i es converteix en una veu que et posseeix. De com la societat ens imposa uns cossos i uns judicis que fan que visquem en un constant restricció/abús. Inclús quan parla de la “bellesa real”. De com a totes ens afecta. De com la suma de vivències ens va estrenyent més i més la cotilla fins a ofegar-nos. I de com d’això també se’n surt.

Crítica: Nua, radiografia d'un transtorn

19/04/2022

Los vómitos de la presión estética

per Imma Fernández

Las enfermedades mentales, la gran lacra de este siglo XXI, tienen cada vez más presencia en los escenarios, lo que hay que aplaudir por la importancia de visibilizarlas, atenderlas y acabar con el estigma. ‘NUA (Rdiografia d’un trastorn)’ nos sumerge en el trastorno de la conducta alimentaria desde la propia experiencia de la coautora e intérprete, Ann Perelló, que llega a emocionarse y emocionar a la platea cuando revela que ella padeció el infierno de la anorexia durante ocho largos años. Ahora lo puede contar. Otras no.

El monólogo confesional empieza con la actriz preguntando a los asistentes qué han comido, y haciéndoles al instante un cálculo de las calorías ingeridas. La obsesión que devora a púberes cuando el espejo se distorsiona. Sobre un escenario de suelo y paredes blancas hay cinco inodoros de los que la protagonista extrae, intercalados, su pasado y su presente: el diario de su adolescencia, vómitos, zanahorias, móviles, imágenes… Asistimos al proceso en el que la autoestima se cuela por el retrete junto con los vómitos y los escupitajos. Perelló, que firma el texto junto con Andrea Ros, brilla dotando a su personaje de una gran frescura, naturalidad y energía. Es su verdad y la comunica muy bien. Además, la directora, Marta Aran, imprime una gran agilidad al montaje con las constantes interacciones de la actriz –vía móvil o webcam- y con el apoyo de imágenes proyectadas en las dos paredes relativas a la dictadura de la imagen. Vemos el videoclip de una Britney Spears de colegiala en sus inicios (‘Baby one more time’), dando respuesta a la pregunta: “¿Se puede sufrir depresión a los 16 años?”. Se muestran portadas de revistas con la machacona publicidad de dietas milagrosas y ‘operaciones bikini’, fotografías de huesudas modelos, de Angelina Jolie, de Letizia…  El omnipresente culto a la talla xs, como ideal de perfección, por más que la curivilínea Kim Kardashian apunte a la belleza de otras formas, como antaño hicieron Rubens o el neorrealismo italiano.

El relato fragmentado y con mucho ritmo nos traslada a la adolescencia de la protagonista, cuando su yo se quebró. Se detiene en la relación con su madre; cómo se sentía mortificada por sus reproches y órdenes –¡haz la cama!, ¡no te pongas ese escote!, ¡ordena tu cuarto!…-. Habla de cómo las redes sociales pueden ser el peor aliado cuando una está construyéndose y te escriben ‘gorda’ en el wasap; de las leyes de la adolescencia, cuando hay que gustar a los iguales y seguir sus consejos y normas, frente a lo que digan los mayores. Vemos así cómo una amiga le enseña a controlar lo que come y a vomitar; le enseña el camino de la anorexia. 

La obra culpabiliza a la sociedad y exonera a la madre que no fue capaz de detectar la enfermedad de su hija –“Lo hiciste lo mejor que supiste, como yo”, “Te perdono, ¿y tú a mí?”-. Hay mucha honestidad en esta pieza, que acierta al subrayar lo fácil que es que la herida vuelva a abrirse aunque se crea que ya está curada y la necesidad de pedir ayuda. Una obra muy recomendable.