La gran òpera torna al Festival Castell de Peralada i ho fa amb un dels títols amb més personalitat i força de Verdi: "Otello". Una nova producció del festival de la mà del director i escenògraf Paco Azorín, qui es retroba amb Shakespeare per presentar una nova proposta escènica d’una de les obres mestres del compositor italià. El mateix Azorín va explicar que no havia entès l’obra fins que no va veure l’Otello de Rossini. A l’òpera de Verdi, - a diferència de la de Rossini-, li falta el primer acte; no veiem com el pare de Desdèmona no aprova el casament de la seva filla amb Otello i la vol casar amb un altre perquè l’amor de la seva filla és negre.
Arguments racistes que no apareixen a l’obra de Verdi però que sense dubte condicionen els esdeveniments moguts per Iago, el personatge malèfic de l’obra, que pateix però que segueix un pla minuciós i calculat de destrucció. Per això, Paco Azorín ha volgut dotar als personatges d’informació perquè aquests, a través de les seves emocions transmetin i facin sentir la humanitat dels personatges de Shakespeare durant l’obra, sense tocar ni una sola nota de la música de Verdi.
La penúltima ópera de Giuseppe Verdi (18013-1901) y una de sus verdaderas obras maestras, llegó este verano a Peralada en una versión feliz. Esta nueva coproducción del Festival Castell de Peralada y el Macerata Opera Festival nos llevó por un concepto oscuro y casi minimalista del mundo interior de esta tragedia shakespereana. Con un libreto que sintetiza la obra de Shakesperare pero no cambia su tono trágico, esta versión de Otello gana lo que el Macbeth de Verdi perdió: verosimilitud tanto escénica como musical.
La obra presenta dificultades muy importantes tanto para el elenco en general, para la concepción escénica pero sobre todo para el protagónico. Una de las quejas más comunes entre los amantes de la ópera es que en nuestros días no hay voces para este tipo de personajes. En este caso, no queda más que confesar que Gregory Kunde ha hecho un gran trabajo vocal e interpretativo de uno de los personajes más difíciles de la historia de la ópera. Con una voz brillante en el registro agudo y enormemente expresiva, este tenor nos dio una buena función de Otello que, aunque parezca mentira, es mucho decir.
La Desdémona de Eva Maria Westbroek, fue un poco más desigual, y aunque el final ganó mucho, se notaba que su voz está ya no era la decuada para este papel. Pero no debe soslayarse que a partir de la Canción del sauce su interpretación fue muy interesante y emotiva.
Quien de verdad se llevó la función fue el Yago de Carlos Álvarez, el mejor papel que le hemos visto en escena, perfectamente trabajado escénica y vocalmente. Se ganó a los espectadores desde el inicio y nos llevó por una puesta en escena sumamente interesante que se oscurecía cada escena un poco más y que fue un excelente marco para una interpretación verosímil, entregada y bien lograda tanto de Paco Azorín en la escena como de Riccardo Frizza en el podio.
Las bellísimas frases musicales de esta obra, sus pasionales dúos y sus complejos personajes llenaron una buena noche de ópera en el marco de ese bello castillo de Peralda.