Estrena
absoluta d'un espectacle fruït del treball acumulat durant els darrers
anys d'aquests dos grans artistes: ell, el Niño de Elche, “cantaor” a
contracorrent, multidisciplinari i compromès amb els seus ideals
socials. Ella, la ballarina i coreògrafa de Mal Pelo Maria Muñoz,
coneguda per les seves propostes escèniques de transversalitat nítida i
profunda.
Espectacle finalista de dansa. Premis de la Crítica 2016
Cuando dos mundos creativos se cruzan puede suceder que fusionen en algo distinto o que simplemente sumen genialidades. Lo peor de experimentos así, por supuesto, es que uno acabe eclipsado por el otro. De manera que dos artistas grandes sólo deberían intentarlo si están dispuestos a ceder espacio al otro y con la determinación de contagiarse de sus postulados. Pues bien: en 7 lunas pasa todo lo bueno y algún milagro más. Tuvo buen ojo Juan Carlos Lérida, director artístico de Ciutat Flamenco de Barcelona, cuando hace dos años puso en contacto a la bailarina y coreógrafa María Muñoz de Mal Pelo y al cantaor (performance, activista y mil cosas más) Niño de Elche.
Para empezar ella ríe y canta. Y él se arranca con unos pasos de baile y grita de desesperación. La gran dama de la introspección se toma a broma casi 30 años de pulida y contenida danza contemporánea, se suma a esta fiesta desinhibida, mientras invita a su colega a jugar con algunos de los elementos escenográficos recurrentes en Mal Pelo: especialmente divertido resulta cuando en los sillones se colocan los cascos con cornamentas de animales bien conocidos por los seguidores de la compañía. Mientras tanto, él se atreve con una gesticulación que surge del interior, dibujo emocional de un baile que se expresa en el matiz, y con instantes expresivos casi inmóviles en los que una pequeña mueca, un movimiento sutil dice tantas cosas como el mejor de los gemíos. Y con su guitarra a cuestas acompaña una voz cantada de María Muñoz antes desconocida y muy sugerente; como el Niño de Elche gana en dominio espacial cuando hace del escenario espacio de expresión corporal en dúo.
No tiene mucho secreto lo que hacen, ésta es la verdad. Porque forma parte de su bagaje artístico. Son artistas acostumbrados a jugar en los límites de sus respectivos artes, convencidos que el de la frontera es el terreno fértil de lo contemporáneo. Y ese posicionamiento es el núcleo central, la razón de ser de esta pieza. Por eso saben que si se cruzan, todo lo que perderán juega a su favor.