No ens enganyem: sempre ens refiem més d’aquelles informacions que reforcen la nostra visió del món, que confirmen el que ja sabem o sospitem. Ningú veu el món tal com és, sinó que el veiem tal com som cadascun de nosaltres. L’adaptem. I ja està, és així, tots ho fem. I no passa res, oi?
L’Agrupación Señor Serrano utilitza la imatge d’una muntanya per parlar de la veritat, de la seva complexitat, dels seus límits. Pugeu amb ells al cim i potser, des d’allà, la veureu. Us ho proposa Vladimir Putin, convertit en mestre de cerimònies i filòsof de la veritat. Assistireu també a una invasió alienígena orquestrada per Orson Welles, que, amb la retransmissió radiofònica de La guerra dels mons, va voler demostrar que no ens podem empassar tot el que diu la ràdio (ni Facebook). I seguireu les passes de l’escalador George Mallory, que va encapçalar la primera expedició per fer el cim de l’Everest, sense que encara avui ningú no sàpiga si hi va arribar o no.
És la nova proposta d’una companyia amb una gran projecció internacional que sempre explica la realitat fent servir les tècniques escèniques més innovadores i combinant amb generositat recursos escènics que expandeixen els límits del seu teatre: de la performance al text, passant pel vídeo, el so i les maquetes. Els hem vist al Grec Festival de Barcelona estrenant espectacles de tant impacte com Brickman Brando Bubble Boom (2013), A House in Asia (2014), Birdie (2016) o Kingdom (2018).
A causa de les circumstàncies especials en què se celebra aquesta edició del Grec 2020 Festival de Barcelona, els artistes han experimentat limitacions i impediments a l’hora de dur a terme la seva feina, entre els quals hi ha la manca de temps per completar adequadament el període d’assajos i la necessitat de respectar les distàncies entre intèrprets. Aquestes circumstàncies han afectat les seves creacions, però, tot i això, han volgut compartir amb el públic el resultat del seu treball, com a mínim tal com es troba en el moment actual.
Alcanzaron las cimas más altas con ‘A house in Asia’ y ‘Birdie’ y ahora, tras la más lúdica ‘Kingdom’, los de Agrupación Señor Serrano vuelven en ‘The Mountain’ a ponerse serios para explorar los nebulosos vericuetos de la verdad. Caminos que nos conducen a unas certezas intangibles que nacen de la confianza. ¡Y qué fácil de manipular es esa confianza que hunde sus raíces en nuestras creencias! En esta sociedad de la desinformación, donde las ‘fake news’ campan a sus anchas, la pregunta es qué es la verdad y qué nos hace creer en algo.
El montaje, en la línea de las mejores obras de esta magnífica compañía, ilustra con ejemplos conocidos cómo los medios y las opiniones hegemónicas moldean nuestros puntos de vista y la realidad. Cada uno la pintamos a nuestra manera. Con su habitual e innovador lenguaje –maquetas, vídeo en directo, pantallas… que manejan con maestría-, a los que han añadido un dron que les permite otros ángulos de visión, el colectivo arma un muy lúcido caleidoscopio con dos historias que flirtean con el engaño y un personaje, Vladimir Putin, líder manipulador que aparece cual gurú filosófico. Podrían haber recurrido a Trump o Bolsonaro, pero, dicen acertados, el exagente de la KGB les aportaba un plus de opacidad y sibilina inteligencia en su capacidad para guiar a las masas y convencerles de todo lo que se proponga. Anna Pérez Moya, en un notable trabajo, recrea a un Putin virtual y ejerce de narradora en una pieza que, avisan al inicio, no han podido ensayar por el confinamiento. Aun así, presentaron una estupenda propuesta que, con más ritmo y algún reajuste, ganará todavía más altura.
La montaña del título hace referencia a la ascensión al Everest de George Mallory en 1924. La incógnita sobre si lo coronó y murió en el descenso pervive bajo su cadáver, hallado muchos años después a unos 500 metros de la cima. Nos cuentan los hechos con el aliento poético y emotivo de las cartas que le escribe su mujer, en las que se despide con un “aún te quiero”, excepto en la última misiva, en la que desaparece el ‘aún’ mientras desaparece la figura del escalador entre la niebla del pico. Esa montaña remite también simbólicamente a la ascensión a la verdad, al conocimiento, que propugnaba Platón en el mito de la caverna. Una ascensión harto compleja que implica romper las cadenas que nos atan a las creencias más arraigadas.
La otra historia, que encaja perfectamente en el puzle (más prescindible me parece el juego ficcional con el bádminton/béisbol), es la más mítica demostración del poder de los medios: ‘La guerra de los mundos’ orquestada por Orson Welles. Preludio de las ‘fake news’, la radiofónica invasión marciana disparó la histeria colectiva. Un impacto que los periódicos no dudaron en exagerar y al que se sumó el interrogante sobre las intenciones de Welles: ¿quiso causar el pánico?
Las preguntas se van acumulando en un montaje que cobra mayor relevancia que nunca en estos tiempos de pandemia, con los poderes -redes sociales, políticos, medios… - nublando el paisaje y la gente, encadenada a la incertidumbre, incapaz de salir de la caverna y emprender ese ascenso a la inalcanzable montaña.