(...)
Los Galindos exploran los límites de su cuerpo, sus movimientos son, si cabe, más espectaculares que los de un espacio de mayores dimensiones. Cuando crees que lo has visto todo, un giro te sorprende con un movimiento más excesivo, más imposible. Quizás pensaba que un tipo de corporalidad como la suya no tendría lugar en una tarima tan escasa, pero imaginación al poder, porque no hay nada imposible.
Un ejercicio de fuerza, mental y corporal, donde los artífices no paran ni un segundo quietos. Sus acrobacias quitan el hipo. EL público, pequeños y no tan pequeños asisten bocabiertos a números a escasos palmos de sus narices. No somos tan mayores cuando la simpliciadad de espectáculos como Udul nos hacen recuperar la perplejidad de cuando éramos adultos. Un hora de un espectáculo maravilloso de circo sólo para los afortunados que quepan en su carpa. La buena confitura siempre viene en tarro pequeño. Delicioso.