María Pagés ha fet de la dansa i el flamenc la seva pàtria poètica. Creadora incansable, iconoclasta per naturalesa, es una pionera en entendre el flamenc com un art en constant evolució, contemporani, viu, generós i hospitalari, però sense renunciar mai a la utilització dels codis fonamentals del llenguatge del gènere i bevent de la tradició dels que l’han precedit, com a font d’inspiració. A Una Oda al Tiempo, María Pagés presenta un necessari diàleg amb la memòria. Amb l’experiència professional i vital acumulada al llarg dels anys, i incorporant reflexions de Plató, Margaret Yourcenar, Jorge Luis Borges, John Cage, Octavio Paz, Heidegger, Marcel Duchamp o Pablo Neruda, la coreògrafa i bailaora sevillana reflexiona sobre la implacable irreversibilitat del temps, sobre el cos, el desig, l’art i la mateixa vida, i ho fa presentant-se davant el públic com el que és; una dona, un ser humà bell per la seva humanitat imperfecta. Acompanyada dalt de l’escenari per 4 bailaoras, 4 bailaores i set músics en directe i amb dramatúrgia i textos d’El Arbi El Harti, l’artista interactua dalt de l’escenari amb la seva memòria flamenca a través d’una coreografia que ens parla de l’efímer, la permanència o l’eternitat des d’un intercanvi íntim i sincer. A través de dotze escenes que recreen dotze palos flamencs, María Pagés i la seva companyia transformaran un cop més, les asimetries en una font de bellesa i emoció. I és que per María Pagés aquesta és la principal funció de l’art.
El gran escenario del Festival Castelll de Peralada resultó pequeño para cobijar el extraordinario, bello, expresivo, inteligente e hipnótico braceo de la bailaora sevillana María Pagés, que la noche del viernes, lo inundó con su talento. La artista al frente de su compañía, estrenaba en Cataluña su último espectáculo, Una oda al tiempo, un brillante montaje creado a dúo con su pareja, el escritor El Arbi El Harti. Ambos también firman la excelente escenografía y sugestivo vestuario. Este montaje enlaza con otra de sus magníficas coreografías, Utopia, espectáculo que surgió del encuentro de Pagés con el arquitecto Oscar Niemeyer en 2011 y que pudo aplaudirse en el Teatro Victoria de Barcelona en 2012. Al igual que en la anterior montaje, en una Oda al tiempo, la artista bucea sobre el paso del tiempo y la contemporaneidad y lo hace a través de 12 cuadros que recrean un palo del flamenco cada uno. Para ello Pagés teje con gran maestría un fértil baile con una elegante escenografía y vestuario, y una intensa música, ─ interpretada en directo ─, con una sugestiva y expresiva dramaturgia y sí a ello sumamos la magnífica interpretación del excelente cuerpo de baile, convierten a Una oda al tiempo en el mejor trabajo hasta ahora nacido del tándem Pagés-El Arbi El Harti.
Oda al tiempo comienza con todo el cuerpo de baile, cuatro hombres y cuatro mujeres, en escena integrados como un grupo escultórico, del que surge la Pagés como una flor en explosión, un efecto que logra cuando se levanta la bata de cola con diferentes tonalidades de rojo y que enfatiza las envolventes e intensas luces de Dominique You. Su baile está respaldado por siete músicos en directo: Rubén Levaniegos, que lidera la música, Isaac Muñoz (guitarra), Marina Barba (violonchelo) David Muñoz (violín) Chea Uriarte (percusión) y los magníficos cantaores Ana Ramón y Bernardo Miranda. A la música flamenca se incluyen algunos temas populares y algunos de Antonio Vivaldi y Georg Friedrich Händel. En este primer momento María Pagés toca las castañuelas y sus brazos se conviertes en alas sinuosas o en quejidos. Son unos brazos largos y elegantes en ocasiones su aleteo recuerda a los brazos del ballet clásico, solo comparables a los Maya Plisetskaya, que contrasta con el quiebro de su cintura a la velocidad de un en remolino. Inolvidable imagen. En las seguiriyas y en la soleá las canciones de las letras son de El Arbi El Harti mientras que en la Buleria al golpe, las letras es una adaptación de Oda a los números de Pablo Neruda. Pero a lo largo de todo el espectáculo palpitan otros autores como Platón, Margarita Yourcena y José Luis Borges.
Una oda al tiempo recorre las estacione del año de primavera a invierno con una sorprendente riqueza de imágenes que enfatiza los colores ocres y sienas del vestuario y la escenografía formada por una gran luna/sol que marca el tiempo como un péndulo hipnótico.
Otro de los fragmentos más hermosos del espectáculo es el baile de los mantones de manila, que empieza por ejecuta la Pagés y al que se suman los otras mujeres. El flamenco de la Pagés no es rupturista sino abierto a experimentar nuevos lenguajes siempre guardando un estricto respeto a los palos y cantes. Su zapateado tiene la calidez del terciopelo su inquietud por la vida actual, sus esperanzas su frustraciones lo convierte en bravo o nostálgico, según el sentimiento que le dispara. Sus pies chocan en el suelo a una velocidad pasmosa para acariciarlo o arañarlo con la sabiduría de los grandes del flamenco.
La última escena de esta de Oda al tiempo no tiene la brillantez de las anteriores, interpretada por todo la compañía resulta pueril. La escenificación bélica al cuadro de Goya los fusilamientos del 3 de mayo o al Guernica de Picasso necesitan un reajuste. Pero este tropezón no fue impedimento para que el público de Peralada al final del espectáculo rompiera en cálidos bravos y sentidos aplausos.